La traducción es un proceso complejo que requiere de una serie de etapas que no se pueden dejar de lado si el objetivo es hacer un buen trabajo.
Para lograrlo, el traductor o estudiante de traducción debe conocer a fondo la lengua de salida, así como la de llegada, con todo lo que esto implica.
En este texto se hace referencia al español como lengua materna (L1) y francés como lengua extranjera (L2).
Conciencia metalingüística
¿Existe la idea generalizada de que cualquiera que sepa dos idiomas puede traducir un texto, lo que sugeriría que no se necesita preparación para traducir.
En ese sentido, surgen preguntas que son recurrentes en este campo: ¿es alguien traductor por el simple hecho de saber dos lenguas? ¿Por qué estudiar español si es “mi lengua materna”? o ¿Por qué debo aprender español si ya hablo español? ¿Se puede lograr una buena traducción si no se tiene un “conocimiento” de la lengua materna?
La última pregunta pareciera no tener sentido al ser común que muchos se dediquen a la traducción sin necesidad de tener una conciencia metalingüística del español; sin embargo, es posible que se cometan errores al traducir.
¿Por qué debo, entonces, aprender español? Si se parte de la idea de que se traduce hacia la L1, es necesario profundizar en el estudio de esta lengua, lo cual no es tarea fácil. En palabras de los estudiantes, se trata de “una lengua difícil”, “es una lengua compleja”.
Sin embargo, es importante estudiar español a fondo para así identificar, desde una perspectiva diferente, problemáticas en la traducción.
Que el estudio y el análisis del español se lleven a cabo en el aula permitirá que se realice un trabajo de reflexión con los estudiantes sobre las diferencias y similitudes entre ambas lenguas.
Esto último llevará a que se sensibilicen sobre las diferencias semánticas y sintácticas y, además, a que conozcan las normas ortográficas y de puntuación de la L1.
El español, al ser una lengua pronoun dropping (Pro Drop), omite el pronombre personal, ya que la desinencia verbal indica quién y en qué tiempo y modo se realiza la acción.
En cambio, el francés requiere de los pronombres personales, que, aun cuando hay flexión verbal, no informan quién lleva a cabo la acción. Cuando esto se desconoce, resultan traducciones que no son adecuadas. Aquí un ejemplo:
“Hier, j’attendais une amie et ma tante est arrivée. Elle a critiqué tout dans mon appartement. Elle a jeté les revues qui étaient sur mon bureau. Elle a contrôlé les livres que je lisais. »
“Ayer, esperaba a una amiga y mi tía llegó. Ella criticó todo en mi departamento. Ella tiró las revistas que estaban en mi escritorio. Ella revisó los libros que yo leía.”
Al leer la traducción, podemos darnos cuenta de que, el pronombre personal en español no es necesario, a menos que cause ambigüedad.
Desde mi punto de vista, cuando se aprende el español y se logra una capacidad reflexiva de la lengua, se evita que se cometan errores en las traducciones.
De ahí la importancia de llevar a cabo un trabajo arduo, no únicamente en la enseñanza del español, si no de reflexión sobre la lengua.
Para saber más
Licenciatura en Traducción, localización e interpretación, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-ciencias-sociales/traduccion-localizacion-interpretacion/
Diplomado en Traducción Especializada, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/traduccion/diplomado-en-traduccion-especializada-e-interpretacion-profesional/
Lenguas extranjeras, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/lenguas-extranjeras/
Luis Fernández, “La localización y la traducción, parecidas sin ser iguales”, Blog UIC. Disponible en https://www.uic.mx/la-localizacion-y-la-traduccion-uic/
Angélica Ramírez, “Traducción, identidad y cultura”, Blog UIC. Disponible en https://www.uic.mx/traduccion-identidad-y-cultura/