8 de marzo: conmemorar y celebrar

Escrito por: Eva González Pérez

Editorial UIC

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El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es ocasión para conmemorar y celebrar. Se conmemora, porque se trae a la memoria un día que, aunque fatídico, abrió los ojos de la sociedad. Y se celebran los derechos conquistados por las mujeres que se han sucedido desde entonces.

Conmemorar

En 1911, por primera vez se conmemoró el suceso. Para entonces, ya había peticiones de derecho al voto, al trabajo, a ocupar cargos públicos, a la formación, a la no discriminación. Así, por ejemplo, en 1917, durante la revolución rusa, las mujeres obtuvieron el derecho a voto.

Día Internacional de la Mujer

Pasaron más de 60 años de aquel incendio, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 1975 como Año Internacional de la Mujer. A partir de entonces, el 8 de marzo de cada año es considerado como Día Internacional de la Mujer.

8 de marzo: Día Internacional de la Mujer. Fuente: AdobeStock.

Celebrar

Después de tantos años (115, aproximadamente), hay indudables avances que deben ser celebrados. Entre ellos, están los siguientes:

  • Mayor acceso a la educación,
  • trabajo remunerado,
  • participación política,
  • Reconocimiento de la violencia de género.

No obstante, es necesaria la creación de políticas de género que permitan llegar a una situación no de igualdad, pero sí de equidad para ambos sexos.

La mujer en 2023

Hoy, en 2023, la lucha de las mujeres por tener voz y voto está más viva que nunca. Sus voces se han manifestado de las formas más diversas, porque las condiciones son también diferentes. Todas son valiosas: desde las que en su escritorio se esfuerzan por lograr un mejor futuro mediante sus publicaciones, hasta las que gritan en multitud por las calles.

La demanda de derechos para las mujeres sigue viva en la sociedad. Fuente: AdobeStock.

También las que se reúnen a la salida de la escuela, de la fábrica, de la casa que cuidan, para organizarse y exigir mejores condiciones de vida,. En todas hay un factor común: el enojo por la violencia, la desigualdad, la discriminación, que parecen ser la misma cosa.

8 de marzo: conmemorar y celebra, pero no felicitar

Porque en esa fecha, en 1908, perecieron alrededor de 140 costureras, víctimas de un incendio en Nueva York. Sus deplorables condiciones de trabajo les impidieron escapar, pues los dueños de la fábrica las encerraban bajo llave. Según decían, era para evitar que robaran.

Un gran número de mujeres murieron en el incendio del taller de costura. Fuente: AdobeStock.

Tampoco debe felicitarse a las mujeres, porque ha habido logros, pero aún resta mucho por hacer.

Hay que recordar que la capacidad y competitividad no se miden por el género. Debe cuidarse que sacrificio, sumisión no sean términos que definan a uno u otro género.


Los roles tradicionales deben superarse. La amistad, el compañerismo, el profesionalismo, la educación, el sostén económico y emocional del hogar corre por cuenta de ambos géneros.

De cara al futuro

No ignoramos los nombres de mujeres que han alcanzado grandes logros, pero es muy probable que debieron sortear grandes obstáculos. Esto significa que, sin duda, ha habido muchos cambios, pero aún falta mucho por recorrer.
A pocos años de lucha, aún se escuchan opiniones críticas respecto de los movimientos feministas. Pero no debe extrañar, porque así ocurre siempre que la voz del oprimido se levanta. Lo complicado de esta búsqueda de equidad es que no se trata de un grupo reducido, sino de la mitad de la humanidad.

Para lograr una sociedad más sana, es necesario escuchar la voz de quienes protestan por la equidad de género. Fuente: AdobeStock

Por esa misma razón, la única forma de lograr una sociedad más justa y equitativa es tratando de comprender las causas de quienes protestan. Asimismo, toca a cada individuo actuar de acuerdo con aquella justísima ley de amar ni en menor ni en mayor medida al otro. Sino amar en la misma medida que cada uno se ama a sí mismo.

Universidad comprometida

En la Universidad Intercontinental, escuchamos las voces de los nuevos tiempos. Junto con la formación académica, se busca el desarrollo de los valores. Sus principios rectores apuntan a garantizar la promoción y la defensa de los valores fundamentales.

La universidad es clave para formar en valores que contribuyan al bien común. Fuente: AdobeStock.

El diálogo, el respeto, el compromiso con la sociedad, la apertura y el sentido de trascendencia del ser humano están en el centro de la educación. Sólo de esta manera se garantiza la formación de hombres y mujeres comprometidos con la transformación social para construir una comunidad justa y equitativa.

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