¿Por qué se eligió el 8 de marzo como día de la mujer?
El 8 de marzo de 1908, durante un incendio en Nueva York, perdieron la vida 140 costureras, víctimas de deplorables condiciones de trabajo. Los dueños de la fábrica donde perecieron las encerraban bajo llave para evitar los robos.
La primera conmemoración
El suceso se conmemoró por primera vez en 1911. Entonces, se añadieron las peticiones de derecho al voto, al trabajo, a ocupar cargos públicos, a la formación, a la no discriminación. Después, en 1917, durante la revolución rusa, las mujeres obtuvieron el derecho a voto.
Declaratoria oficial del Día de la Mujer
Pasaron más de 60 años de aquel incendio, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró 1975 como Año Internacional de la Mujer. A partir de entonces, el 8 de marzo de cada año es considerado como Día Internacional de la Mujer.
La mujer en 2022
En números simples, desde el 8 de marzo de 1908 a nuestros días han pasado ya 113 años.
Hoy, en 2022, la lucha de las mujeres por tener voz y voto está más viva que nunca. Sus voces se han manifestado de las formas más diversas, porque las condiciones son también diferentes. Todas son valiosas: desde las que en su escritorio se esfuerzan por lograr un mejor futuro mediante sus publicaciones, hasta las que gritan en multitud por las calles.
También las que se reúnen a la salida de la escuela, de la fábrica, de la casa que cuidan, para organizarse y exigir mejores condiciones de vida. En todas hay un factor común: el enojo por la violencia, la desigualdad, la discriminación, que parecen ser la misma cosa.
Conmemora, no felicites
Por ello, el 8 de marzo es una fecha para conmemorar, lo cual significa refrescar la memoria. No hay nada que celebrar en este día. Hay que recordar que la capacidad y competitividad no se miden por el género. Debe cuidarse que sacrificio, sumisión no sean términos que definan a uno u otro género.
Los roles tradicionales deben superarse. La amistad, el compañerismo, el profesionalismo, la educación, el sostén económico y emocional del hogar corre por cuenta de ambos géneros.
Mirando al futuro
Sin duda, ha habido muchos cambios, pero aún falta mucho por recorrer. No ignoramos los nombres de mujeres que han alcanzado grandes logros, pero es muy probable que debieron sortear grandes obstáculos.
A pocos años de lucha, aún se escuchan opiniones críticas respecto de los movimientos feministas. Pero no debe extrañar, porque así ocurre siempre que la voz del oprimido se levanta. Lo complicado de esta búsqueda de equidad es que no se trata de un grupo reducido, sino de la mitad de la humanidad.
Por esa misma razón, la única forma de lograr una sociedad más justa y equitativa es tratando de comprender las causas de quienes protestan. Asimismo, toca a cada individuo actuar de acuerdo con aquella justísima ley de amar no en menor ni en mayor medida al otro, sino amar en la misma medida que cada uno se ama a sí mismo.
Universidad comprometida
En la Universidad Intercontinental, escuchamos las voces de los nuevos tiempos. Junto con la formación académica, se busca el desarrollo de los valores. Sus principios rectores apuntan a garantizar la promoción y la defensa de los valores fundamentales.
El diálogo, el respeto, el compromiso con la sociedad, la apertura y el sentido de trascendencia del ser humano están en el centro de la educación. Sólo de esta manera se garantiza la formación de hombres y mujeres comprometidos con la transformación social para construir una comunidad justa y equitativa.
Para saber más
La autora de este artículo es la catedrática: Eva González Pérez. Desde hace 32 años, es maestra de Latín en el Programa Académico de Filosofía del Instituto Intercontinental de Misionología de nuestra casa de estudios y jefa de redacción del área de publicaciones de la Editorial UIC. Ha publicado diversas notas para el blog; algunas de ellas: Bachillerato o preparatoria: ¿cuál es la diferencia?, Examen de admisión: seis de seis para asegurar tu éxito, entre otras, así como el artículo: “El dominio de las pasiones: entre lo sublime y lo irreal” para el núm. 18 de la Revista Institucional de Filosofía, Intersticios.