El aprendizaje
Esta nueva era, la era del conocimiento, requiere que el aprendizaje y los enfoques educativos evolucionen, principalmente el nivel superior, ya que es ahí donde se forman quienes ejercerán y cubrirán demandas y necesidades tanto laborales como sociales: los futuros profesionistas. Los métodos “tradicionales” de enseñanza como memorizar, almacenar o repetir información teórica, están quedando atrás y han surgido nuevas orientaciones educativas, por ejemplo, la educación basada en competencias.
Educación por competencias
Las competencias son capacidades complejas y multidimensionales que las personas tienen, y las muestran al realizar acciones. Se pueden definir como los conocimientos, destrezas, valores, actitudes, características personales y habilidades (“cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras” [López y Farfán, s. f., p. 2]) necesarias para satisfacer demandas o requerimientos aplicables en diversas situaciones y contextos. Son funcionales, pertinentes, efectivas y están enfocadas en el logro de resultados, en el hacer, más que en el saber (Spitzberg, 1983 cit. por Obaya, et al., 2011).
En la educación —y en particular en la Universidad Intercontinental—, el modelo basado en competencias es holístico, pues permite que los estudiantes adquieran conocimiento por medio de la acción, de la práctica. Es una oportunidad para enriquecer el aprendizaje, ya que entre más prácticas se lleven a cabo y más parecidas sean a las condiciones reales, mejores y mayores serán los resultados obtenidos en la curva de aprendizaje (Oficina Internacional de Educación de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura [Unesco], s. f.).
Al utilizar lo aprendido de forma teórica y convertir ejercicios de enseñanza en situaciones y experiencias semejantes a las verdaderas, se facilita la explicación, el entendimiento de los fenómenos y la resolución de problemas a los que posiblemente se enfrentarán los estudiantes en el mundo profesional. Por ello, es la manera de llevar la vida real al salón de clases (Jonnaert, et al., 2008).
Aprendizaje a través de la práctica
Un punto importante de este enfoque es que toma en cuenta el estilo de aprendizaje de cada individuo, lo que ayuda al estudiante a potencializar las competencias adquiridas. Además de aprender a resolver problemas de forma autónoma, profundizan y construyen su propio conocimiento de manera constante y permanente, por lo que se les debe enseñar e inculcar el aprender a aprender. Exigirles que se hagan responsables, partícipes y se apropien de la construcción de su proceso de formación, ya que no se limitan a ser sólo receptores pasivos de datos.
Asimismo, fomenta su involucramiento con el contexto social a través de acciones intencionales, ya que como dice Lawson, “la actividad humana intencional es siempre el medio tanto de la reproducción como de la transformación social” (2003, p. 47). De esa manera, inician acciones que estimulan su integración a la sociedad. Aunado a lo anterior, este enfoque:
- Proporciona capacitación y conocimientos valiosos, pertinentes y significativos.
- Promueve y favorece el trabajo en equipo, el liderazgo, la flexibilidad, la perseverancia y la adaptación.
- Propicia la relación de los conocimientos y los integra con actitudes, valores, habilidades.
- Exige el análisis, la resolución y la búsqueda de alternativas.
- Impulsa la autonomía, la responsabilidad, la creatividad y la innovación de forma duradera.
En las instituciones, la evolución a este modelo debe ser integral, basada en su perfil de egreso y en los objetivos del programa (tanto de la licenciatura, como de cada materia), teniendo siempre como meta la inserción laboral exitosa del estudiante y enfocándose en las demandas de la comunidad.
El papel del docente
Además del detonante del cambio que es la escuela, los docentes juegan un papel preponderante, ya que también deben transformar su función. Esto quiere decir que quedó atrás la idea del profesor como poseedor único del conocimiento y de la enseñanza homogénea para todos. Ahora deben desarrollar nuevas competencias específicas, organizar las materias en conjunto y convertirse en mediadores y facilitadores que diseñen, planeen, evalúen y gestionen el currículo, las estrategias, las actividades, las evaluaciones y demás, para que sean acordes con este modelo y se reflexione constantemente sobre su práctica para anticiparse al futuro.
Por último, las competencias se obtienen y comienzan a desarrollarse en la escuela, pero ahí no termina; es un proceso constante. Los estudiantes tienen que adquirirlas y perfeccionarlas en cualquier situación, incluso después de la escuela, en la vida profesional.
Para saber más
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Licenciatura en Comunicación Digital, Licenciatura en Pedagogía e Innovación Educativa, Educación Continua, Diplomado en Enseñanza basada en competencias, Universidad Intercontinental.
Jonnaert, P., Barrette, J., Masciotra, D. y Yaya, M. (2008). Revisión de la competencia como organizadora de los programas de formación: hacia un desempeño competente. Observatorio de Reformas Educativas. Recuperado de http://www.ibe.unesco.org/fileadmin/user_upload/COPs/Pages_documents/Competencies/ORE_Spanish.pdf
Lawson, T. (2003). Reorienting Economics. Routledge.
López, A. y Farfán, P. (s. f.). El enfoque por competencias en la educación. Universidad de Guadalajara. Recuperado de https://www.cucs.udg.mx/avisos/El_Enfoque_ por_Competencias_en_la_Educaci%C3%B3n.pdf
Obaya, A., Vargas, Y. y Delgadillo, G. (enero 2011). Aspectos relevantes de la educación basada en competencias para la formación profesional. Educación química, 22(1), 63-68. Recuperado de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-893X2011000100011
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). (s. f.). Enfoque por competencias. Recuperado de http://www.ibe.unesco.org/es/temas/enfoque-por-competencias