El pasado 29 de agosto de 2017 se llevó a cabo, en la Escuela de Arquitectura, la práctica técnica de tabique recargado, liderada por el maestro Daniel García Flores.
La identidad de un pueblo está muy ligada a su forma de construir. Hacer una revaloración de estos sistemas constructivos, con los que antaño se levantaron cúpulas sin necesidad de andamios, acero o concreto, permite diversificar en gran medida las propuestas para resolver un proyecto arquitectónico.
En la actualidad, la mayor cantidad de las construcciones se refuerzan con acero y concreto, incluso, ya se empieza a permear el uso de materiales más resistentes mejorados a nivel molecular, como es el caso del grafeno, el cual es mucho más resistente que el acero y más ligero que el aluminio, lo que nos hace suponer que técnicas y materiales menos sofisticados estén destinados al desuso y olvido por parte de los constructores.
El tabique recargado es una técnica que consiste en cubrir un espacio por medio de una bóveda, la cual se formará por la unión de tabiques de barro cocido, denominados tabiques cuña, debido a que sus dimensiones son menores (19 cm de largo, 9.5 cm de ancho y 4.5 cm de altura) 52.9% menores en volumen comparados con los que se utilizan para construir muros. Esta cualidad se refleja en un menor peso por pieza, lo que es trascendental al querer pegarlas con inclinaciones mayores a 45° que, por gravedad, reclamaría el suelo.
Es importante que los estudiantes de la Licenciatura en Arquitectura UIC se den a la tarea de efectuar prácticas experimentales para enfrentarse a la problemática que implica trabajar la mampostería; en este caso, con la técnica antes descrita.
Desde la perspectiva académica, los objetivos de enseñanza se cumplieron al abordar temas de geometría relativos a directrices y generatrices, ya que, al trazar una bóveda, es necesario apoyarse en medidas y ángulos. El tema de esfuerzo cortante se ejemplificó al momento de partir ladrillos con la cuchara de albañilería; también, se llevó a la práctica el tema de las proporciones de mortero, arena y agua, con el que se prepara el aglutinante que une los ladrillos, así como el rendimiento y la habilidad de la mano de obra.
Como resultado de este ejercicio, nuestros futuros arquitectos detectaron, de manera crítica y propositiva, problemáticas que se dan en el proceso de la edificación, como la logística, la preparación del lugar de trabajo, el tipo de herramientas y la manipulación del material. Asimismo, reconocieron la importancia de replicar este tipo de prácticas, pues consideraron como elementos positivos de su formación profesional el trabajar en equipo, organizarse, distribuir tareas, ser pacientes y divertirse, al desarrollar por ellos mismos cada parte del proceso, con lo cual refuerzan su liderazgo en la obra, pues “al saber hacer, se sabe ordenar”.
Cabe resaltar que, para llevar a efecto la práctica, se contó con el apoyo y facilidades de la maestra Abril López Villeda, directora académica de la Licenciatura en Arquitectura; así como de la Dirección de Recursos Materiales, a cargo del ingeniero Roberto Cárdenas González, quien adecuó el espacio requerido y proporcionó una carpa previendo las condiciones climatológicas derivadas del huracán Franklin.
Autor: Mtro. Daniel Eulogio García Flores, docente de la Licenciatura en Arquitectura