Como parte de las actividades de solidaridad de Pastoral UIC, el 11 de marzo tuvimos la oportunidad de visitar AMANC (Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer), donde entregamos las donaciones de tapitas recolectadas por la comunidad universitaria. Sin embargo, más allá del simple acto de donar, la experiencia fue una profunda lección de empatía, resiliencia y la importancia de apoyarnos mutuamente.

Al llegar a AMANC, fuimos recibidos por los niños y sus familias, quienes, a pesar de enfrentar retos y adversidades, demostraron una fortaleza admirable. Fue impresionante ver cómo, con el apoyo adecuado, cada niño tiene la oportunidad de seguir adelante, enfrentando su lucha con valentía y esperanza.

La mayor enseñanza que los estudiantes se llevaron de esta visita es la conciencia de que siempre podemos hacer algo por los demás, sin importar cuán pequeños sean esos gestos. El simple acto de donar tapitas es una muestra de cómo podemos contribuir de manera significativa a una causa noble, y de que la solidaridad no solo se mide en grandes gestos, sino en el esfuerzo colectivo de todos.

Además, la resiliencia de los niños los hizo reflexionar profundamente sobre la importancia de la empatía. Estos pequeños guerreros les recordaron que, en la vida, lo más importante es el apoyo y el amor incondicional que podemos brindarnos los unos a los otros. No se trata solo de dar lo que se tiene, sino de acompañar con tiempo, escucha y comprensión a aquellos que atraviesan momentos difíciles.

La solidaridad, entonces, se convierte en una fuerza transformadora. Cada uno de nosotros, a través de nuestras acciones, tiene la capacidad de generar un cambio positivo, por pequeño que sea. Y lo más valioso es que, al extender nuestra mano, no solo ayudamos a los demás, sino que crecemos como seres humanos.

Este acto de solidaridad en AMANC dejó una huella profunda y motiva a los integrantes de la comunidad UIC a seguir trabajando juntos para hacer la diferencia en la vida de quienes más lo necesitan.