Como continuación de la primera entrega del texto Traducción, identidad y cultura, hablemos de la importancia de la permanencia de relaciones de poder entre culturas dominantes y marginales.
La interacción entre culturas pone de manifiesto la permanencia de relaciones de poder entre culturas dominantes y marginales. Éste es el campo de estudio de la teoría poscolonial y el punto en el que converge con la traducción.
Al respecto, Álvarez y Vidal explican: “the study and practice of translation is inevitably an exploration of power relationships within textual practice that reflect power structures within the wider cultural context”.
La traducción, un medio revelador
Los estudiosos de esta corriente afirman que la traducción ha sido un medio revelador de las asimetrías en las relaciones internacionales durante siglos.
En los países en vías de desarrollo, la traducción fue necesaria tanto en el momento de la colonialización, por la imposición de la lengua de los colonizadores, como después de su independencia, por la necesidad de utilizar las lenguas hegemónicas para mantener su autonomía política y promover su desarrollo económico.
En este sentido, la traducción realmente se ha revelado como “a cultural practice that is deeply implicated in relations of domination and dependence, equally capable of maintaining or disrupting them”, afirma Venuti.
Por medio de la traducción se hace obvia la dependencia tanto en el plano económico, como en el cultural de los países tercermundistas con respecto a los hegemónicos. Dicha dependencia es bilateral, aun cuando no se da en la misma proporción.
Por un lado, los países en vías de desarrollo necesitan importar la traducción de textos científicos, técnicos, literarios y educativos.
Y no sólo eso, los escritores de estos países requieren el apoyo de editoriales primermundistas para publicar sus libros con la esperanza de ganar el reconocimiento internacional.
Por otro lado, las editoriales de países como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia no gozarían del poder económico que tienen si no contaran con la gran distribución comercial de sus productos en el Tercer Mundo (Venuti, 1998: 165).
La identidad del Otro
Con respecto a la formación de la identidad, ya mencionamos que lo diferente se construye oponiendo al colonizador y al colonizado. De allí surge lo que define al Otro, que equivale a la sombra de lo Mismo (Caporale, 2001: 425).
En el marco poscolonial, los pueblos que en la época contemporánea han dejado de ser colonias deben añadir un paso extra en el proceso de autoafirmación.
Éste consiste en apartarse de la imagen que tienen de sí mismos, pero que fue creada por los colonizadores, para descubrir o construir su identidad basándose en sus propios esquemas de valores.
De acuerdo con Ovidio Carbonell (1997: 27-28), el interés por el Otro, por lo exótico, surgió con la posmodernidad. Fue el momento en que las representaciones del Otro y los estereotipos se empezaron a cuestionar.
En tiempos de la colonización, la literatura daba visibilidad y voz a los sujetos de los márgenes para controlarlos y encerrarlos dentro de estereotipos que los definían como seres colonizados (Caporale, 2001: 423-4).
Después de la descolonización, surgen discursos de oposición que buscan “destruir la representación negadora”. Se trata de una estrategia que se relaciona con la traducción, en su papel de “puente entre culturas [y] como vehículo de la imposición hegemónica” (Carbonell, 1997:28).
Por su interés en analizar y destruir estereotipos, la teoría poscolonial busca servirse de la traducción para “reafirmar la cultura y la individualidad autóctonas” (Carbonell, 1997: 29).
Considera que es un proceso esencial para la reconstrucción de identidades “y todo aquello que las constituye: lenguas, culturas, experiencias temporales y geográficas” (Carbonell, 1997: 43).
Con esa intención reivindicadora de la identidad cultural, el poscolonialismo propone la segunda tendencia en la traducción contemporánea. Ésta consiste en conservar en el texto meta el carácter extranjero del texto fuente.
En ese tipo de traducción, que Lefevere y Bassnett denominan el “modelo Scheleiermacher”, se subraya la importancia de “extranjerizar la traducción”.
Esto implica que no se privilegia la cultura receptora matizando la otredad del texto fuente, sino todo lo contrario: es transmitir la cualidad del Otro en el texto meta.
De acuerdo con dicho modelo: “the reader should be able to guess the Spanish behind a translation from Spanish, and the Greek behind a translation from Greek” (Lefevere y Bassnett 1998: 8).
La intención, entonces, radica en apreciar el espíritu del original sin adaptar el texto de acuerdo con los parámetros de la cultura meta: “The more closely the translation follows the turns taken by the original […] the more foreign it will seem to the reader” (Venuti, 1995).
Hace un par de siglos, Scheleiermacher hizo esta propuesta con motivos nacionalistas en protesta por la hegemonía que la lengua francesa llegó a adquirir tras la invasión napoleónica.
Lo que es importante rescatar de ella es la idea de transmitir el carácter extranjero del texto. Es una idea que en la actualidad comparten la etnografía y la traducción cultural.
“El etnógrafo, como un intérprete que trata de descifrar lo extraño, desempeña el mismo papel que el traductor, representando lo ajeno como familiar y tratando al mismo tiempo de preservar su extrañeza” (Carbonell, 1997).
Puede notarse que esta segunda tendencia rechaza la idea de la aculturación absoluta debido a la manipulación e incluso subversión que implica de los elementos culturales con el fin de incorporarlos a la cultura meta.
En cambio, propone buscar “la posibilidad de una metodología en la que el significado pueda transmitirse sin usurpar su función significativa original” (Carbonell, 1997: 110).
Se habla, entonces, de una ética de la traducción que consiste en reconocer las diferencias culturales y mantener el efecto y la función del texto fuente.
Para Venuti, sólo esas diferencias pueden registrar el carácter extranjero de culturas no hegemónicas en la traducción (1998: 189).
Un aspecto más de esta segunda propuesta de traducción es el carácter subversivo, ya que no sólo pretende cambiar estereotipos, sino, incluso, alterar la estabilidad de la cultura meta.
“Translation is not to valorize the host literature by validating existing rhetorical strategies, which was the tradition of “les belles infidèles” […] On the contrary, translation should challenge the norms, the “regularities” of the receiving culture (Berman, 1984: 93).
Así pues, estos teóricos rechazan el “etnocentrismo” de la cultura receptora, que requiere adaptar según sus propias convenciones la alteridad del texto fuente, anulando así la diferencia que representa.
Para saber más
Licenciatura en Traducción, Localización e Interpretación, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-ciencias-sociales/traduccion-localizacion-interpretacion/
Álvarez Rodríguez, R. y Vidal M. C., Translation, Subversion and Power, Clevedon: Multilingual Matters, 1996.
Berman, Antoine, La traduction et la lettre ou L’auberge du lointain, París, Seuil, 1984.
Caporale, Silvia, “La teoría literaria dentro de la crítica cultural”, en Miguel, Ricardo (ed.) Historia de la teoría y críticas literarias de Estados Unidos, Madrid, Verbum, 2001, pp. 373-427.
Carbonell, Ovidio, “La visión del Otro, la lectura del Otro”, en Traducir al Otro. Traducción, exotismo, poscolonialismo, Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1997, pp. 27-57.
Lefevere, André, “Translation practice (s) and the circulation of cultural capital: Some Aeneids in english”, en Susan Bassnett y André Lefevere (eds.), Constructing Cultures. Essays on Literary Translation, Clevedon-Filadelfia-Toronto-Sydney-Johannesburgo, Multilingual Matters Ltd., 1998, pp. 41-56.
Venuti, Lawrence, “Globalization”, en The Scandals of Translation. Towards an Ethics of Difference. Londres y Nueva York, Routledge, 1998, pp. 158-189.
Venuti, Lawrence, The translator´s invisibility. A history of translation, Londres, Routledge, 1995.