La comunicación visual es una práctica que ha caracterizado al ser humano desde sus primeras andanzas.
Se trata de un elemento de la cultura sin el cual no es posible entender el desarrollo histórico del ser humano.
Su estudio es necesario para la formación de los futuros diseñadores, ya que ofrece nuevas perspectivas a problemáticas históricas, así como posibles soluciones a cuestiones actuales relacionadas con ella.
Productos que sintetizan cualidad estética y funcionalidad se pueden encontrar, incluso, en fuentes jurídico-cartográficas del periodo colonial.
Un ejemplo es el mapa que representa el paisaje de Tláhuac en 1579. La persona que lo pintó no sólo tenía un conocimiento profundo del espacio geográfico, natural y cultural, también poseía la cualidad de comunicar a través de una serie de soluciones pictográficas propias de los códices mesoamericanos.
Es importante reiterar que el objetivo de este mapa es jurídico: el español Bernardino Arias solicitó al virrey de la Nueva España unas tierras para criar ganado. El gobierno indígena contradijo porque sus habitantes habían cubierto parte del lago con tierra para hacer sus chinampas y cultivar en ellas.
La tierra que quería el español era, en realidad, del pueblo, porque sus habitantes y sus antepasados la habían creado. Recordemos que gran parte de la Ciudad está construida sobre lo que solía ser un lago, y fue gracias a las chinampas (tierra y restos vegetales acumulados en los lagos para cultivo y construcción de viviendas) que le ganaron terreno al agua.
La persona que pintó el mapa estaba frente a un problema, ¿cómo convencer visualmente al juez que esas tierras eran del pueblo de Tláhuac?
Su solución fue utilizar una serie de elementos iconográficos típicos de la tradición mesoamericana con ciertos elementos occidentales: topónimos para señalar los barrios, medidas indígenas para marcar las tierras que pidió el español y una falta casi total de perspectiva y volumen, salvo los árboles de ahuejote y el topónimo de Michcalco.
La toponimia mesoamericana era una forma visual de escribir los nombres de los lugares. Alguien que sabe leer códices podría decirnos que Michcalco se lee como “lugar de la casa del pescado” y se verá un pez sobre una construcción (la única con volumen).
Tepetlapan, otro topónimo del mapa, se lee como “en la tierra áspera o de piedra”.
Tequixquipan, por su parte, es un topónimo compuesto de una casa sobre lo que parece ser arena o sal, y significa “en el tequexquite“, que es una eflorescencia salina natural.
Finalmente, la representación del templo de Santo Domingo quedó señalada con un monasterio, su atrio y el escudo, que no lleva la típica cruz flordelisada de la orden dominica, pero sí los colores blanco y negro.
Tláhuac era dueño de la tierra de manera física y también en el terreno de lo imaginario, con sus propios códigos y su propia cosmovisión.
Por ello, el pintor tenía una problemática particular, a la que aplicó exitosamente una serie de códigos visuales propios de su cultura, a fin de convencer al juez y que éste no le otorgara las tierras al español. Y lo logró.
*Se extiende un agradecimiento al Archivo General de la Nación (AGN), recinto donde se resguarda este maravilloso mapa, así como su expediente.
Para saber más
Licenciatura en Comunicación Digital. Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-ciencias-sociales/comunicacion/
Licenciatura en Diseño Gráfico. Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-ciencias-sociales/diseno-grafico/
Posgrados en la UIC Universidad Intercontinental enfocados al
Arte, Comunicación y Tecnología en Contexto, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/posgrados/posgrados-uic-en-arte-comunicacion-y-tecnologia-en-contexto/
Karemm Danel, Diseño gráfico: Comunicación entre seres. Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/diseno-grafico-comunicacion-entre-seres/
Tipografilia. Disponible en https://tipografilia.com/