El malestar de la formación

Autor UIC

Escrito por: Jorge Luis Paz Vázquez

Docente de la Licenciatura en Pedagogía e Innovación Educativa

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En el último medio siglo hemos asistimos a una serie de transformaciones globales y locales que han conmovido los distintos niveles de la realidad humana y han influido en la formación.

La telemática y la revolución digital, la transfiguración de los valores culturales, la licuefacción de las estructuras sociales (Bauman, 2003) y la exacerbación de los signos modernos (Lipovetsky, 2006) están en la base de las mutaciones del mundo contemporáneo y de su aceleración permanente.

Desorientación y formación

Los cambios mencionados han conducido a una desorientación generalizada, principalmente, porque las estructuras de mediación que servían de fundamento a la experiencia moderna han sufrido un proceso de fusión (pasan de sólido a líquido) o han sido desplazadas.

Este fenómeno de descentramiento institucional, que va desde la familia, hasta el Estado y el surgimiento de nuevos dispositivos —en el sentido foucaultiano— con sus correspondientes modos de subjetivación, ha dejado a los individuos a expensas de sus propias fuerzas y capacidades.

La formación vista desde el panóptico digital

En el caso de la educación, la familia y la escuela como los espacios de la socialización primaria de la educación y la formación, son desplazados por dispositivos del panóptico digital y esto ha puesto en suspensión el papel social de sus agentes; es decir, de los padres, madres y maestros.

Se pone en suspensión la construcción simbólica en el mundo de la vida y, con ello, se desgarran el entramado social y cultural y los hilos que hilvanaban pasado, presente y futuro.

Entonces, se da paso a las estanterías físicas y virtuales para la adquisición de lo que Baudrillard (1969) denomina objetos-signos de consumo. Es así como el saber, los deseos y el gusto que otrora eran introspectivos y la expresión de una subjetividad en expansión, se convierten en mercancías de supermercado.

El saber, que era producto de la reflexión y autorreflexión, ya no está vinculado al sentido sobre uno mismo y el mundo; en su lugar, se cuantifica la información en forma de likes y comentarios de Instagram y Facebook, a manera de validación externa.

Los deseos y el gusto ya no corresponden a esa experiencia estética del mundo, sino que se adquieren según la calificación, estrellas, comentarios y recomendaciones algorítmicas del cybermundo.

Al respecto, descubrir y descubrirse se mengua por la transparencia de la información, por los simulacros de la identidad y la ilusión capitalista.

La formación como cultivo de subjetividad e intersubjetividad

La inmersión desde muy temprana edad a las lógicas y narrativas del sistema: consumismo, individualismo y la correspondiente segmentación mercadológica, como modos de identificación artificial y formas sofisticadas de encierro en cámaras de eco que producen burbujas cognitivas, han llevado —por utilizar una expresión de Byung Chul Han (2018)— a un exceso de positividad que colapsa al yo por un sobrecalentamiento de lo idéntico, por un encierro en la mismidad.

No es de extrañarse que las patologías de nuestro tiempo sean psicológicas y neuronales: “Las enfermedades neuronales como la depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. Estas enfermedades no son infecciones, son infartos ocasionados no por la negatividadde lo otro inmunológico, sino por un exceso de positividad (Han, 2018: 13)”.

Esto, ocasionado por un exceso de yo. La sombra del yo hiperinflado se proyecta, con todas sus patologías, sobre la otredad; es decir, sobre el padre, la madre, los hermanos, los amigos, los compañeros y sobre el maestro y los consume —en la doble acepción de consumar y aniquilar—

Ésta es la base de un tipo de violencia subjetiva que inicia con la cosificación del otro y es una de las improntas de nuestro tiempo que están en la base del malestar de la familia, de la escuela y de nuestra cultura.

Todos esos aspectos de la ontología de la formación subjetiva y social son parte del campo problemático de la pedagogía.

Reflexionar sobre ello es una invitación a estudiantes, maestros, padres o madres y agentes sociales preocupados por nuestro presente, a resignificar la formación; por ejemplo, recuperar el sentido clásico de la paideia griega o la Bildung alemana, que la entendían junto con la educación como un proyecto de sí mismo, como medio para el cultivo de la subjetividad y la intersubjetividad, lo cual implicaría, por principio, resarcir la urdimbre social, que es una de las necesidades acuciantes de nuestro tiempo.

Para saber más

Estimulación y Educación Temprana, Universidad Intercontinental.

Diplomado en Inclusión educativa: estrategias para facilitadores, Universidad Intercontinental.

Diplomado en Neuroeducación: aplicaciones prácticas, Universidad Intercontinental.

Diplomado en Evaluación Psicopedagógica en las Dificultades en el Aprendizaje (EPDA), Universidad Intercontinental.

Diplomado en línea: Tendencias para la Gestión del Talento. Universidad Intercontinental.

Diplomado en línea: Estrategias para la selección de Talento. Universidad Intercontinental.

Baudrillard, J. (1969). El sistema de los objetos. México: Siglo XXI.

Bauman, Z. (2003). Modernidad Liquida. México: Fondo de Cultura Económica.

Han, B. C. (2018). La Sociedad del Cansancio. Barcelona: Herder.

Lipovetsky, G. (2006). Los tiempos hipermodernos. Barcelona: Anagrama.

 

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