La empatía no nace; se hace
Mauro Rodríguez y Martha Serralde
En el mundo, con la aparición de la World Wide Web (WWW) en el ahora lejano 1991, se abrió un gran campo de oportunidades; sin embargo, ante el cúmulo comunicacional, de información e interrelación, se debe resaltar el aspecto social, el cual muestra demasiadas aristas.
Dichas aristas son: ¿Realmente existe comunicación? ¿Cómo nos interrelacionamos en el mundo de los bits? ¿La construcción social se está dando como se había planeado?
Asimismo, ¿la interfaz aporta en la construcción de enramados sociales y el bien común? ¿Qué implicaciones éticas se consideran en las interacciones dadas en el mundo de los bits?
El mundo ante la virtualidad
En la obra de Igor Bauersima Norway.Today (basada en una nota periodística real), los personajes (July y August) nos presentan una juventud donde predominan el aburrimiento, la apatía y la incapacidad de darle sentido a la vida, Es un contexto donde la virtualidad predomina, por lo que las relaciones humanas son más superficiales.
Asimismo, el autor establece una crítica sobre el uso de las nuevas tecnologías de comunicación en el mundo, donde la “realidad” parece reducirse a lo que abarca la pantalla. En ese sentido, el contacto con lo “real” se vuelve una ilusión del imaginario.
La distinción entre virtualidad, ficción y realidad (que el mundo de los átomos dicta) se torna confusa. “Lo que percibimos como nuestro mundo no es otra cosa que una construcción mental, y por consiguiente, no hay una verdadera distinción entre la percepción y la alucinación”;[1] cómo distinguir, entonces, la realidad de lo que no lo es, de la ficción.
Pantallas y emociones
Para Igor Bauersima es importante cuestionarnos sobre si aquello que pasa en nuestras pantallas es falso o real, pues no sólo los hechos son cuestionables, también las emociones. Es un planteamiento que se da en los años 2000, pero que cobra vigencia actualmente, donde nuestro mundo (o la realidad) y el contacto que tenemos con él se ha reducido.
Se trata del contacto que transmiten nuestros dispositivos: las pantallas reducidas de las computadoras, celulares y tabletas por medio de las cuales hemos procurado continuar con nuestras actividades laborales y recreativas y mantener las interacciones sociales que el aislamiento social nos ha impedido.
El individuo en el mundo
Según Aristóteles, el hombre —individuo— es un ser social por naturaleza, pues necesitamos de los otros para sobrevivir. La relación social se convierte en una necesidad básica para el desarrollo humano. Por lo tanto, debemos preguntarnos cómo nos interrelacionamos en el mundo de los bits.
De acuerdo con Mauro Rodríguez y Martha Serralde, “Los demás reaccionan a lo que somos, de la misma forma que nosotros reaccionamos a los demás. Las relaciones […] no son unilaterales: existimos nosotros y existen los demás”.[2]
En ese sentido, Mark Zuckerberg no sólo asumió literalmente el planteamiento de Rodríguez y Serralde, sino que lo capitalizó y estableció como la manera de interacción.
Las reacciones de Facebook han sintetizado y reducido la relación humana a me gusta, me encanta, me importa, me divierte, me asombra, me entristece y me asombra. Es decir, la existencia (mía y de los otros) se reduce a un número de reacciones previamente establecidas.
Por lo tanto, se hace necesario retomar los cuestionamientos iniciales ¿La interfaz aporta en la cual construcción de enramados sociales? ¿Qué implicaciones éticas se consideran en las interacciones dadas en el mundo de los bits?
El surgimiento y la popularidad en el mundo de prácticas sociales como el ghosting o la cultura de la cancelación ponen de manifiesto múltiples cuestiones éticas donde, en términos generales, la posibilidad de conversación o réplica quedan completamente anuladas, así como nuestra responsabilidad con el otro.
Los intereses individuales parecen haber cobrado más relevancia que los intereses comunales; por lo tanto, la construcción del bien común se ha visto afectada. Es decir, se pondera el desarrollo individual sobre el desarrollo comunitario.
Tecnología, Talento y Tolerancia y la formación universitaria
El economista Richard Florida, quien ha estudiado el crecimiento económico de los países y las regiones metropolitanas, habla de la clase creativa (creative class), la cual se materializa en función de 3 T: Tecnología, Talento y Tolerancia. Esta última será el mejor imán para atraer talento a una región o ciudad, por lo tanto, incrementará el crecimiento económico y equitativo.
En ese sentido, se deduce la necesidad de reconocer y comprender al “otro”, la otredad: el otro en mí; la necesidad de generar empatía para alcanzar el bienestar en común.
Los mayas expresaban dicho concepto de unidad en su saludo diario. Cuando se encontraban, se saludaban diciendo “in lak’ech”, que significa “yo soy otro tú”, a lo que contestaban: “hala ken”, que significa: “tú eres otro yo”. “Yo soy tú, tú eres yo”.
Ahora bien, la pregunta final que nos debe concernir es ¿cómo desde la formación universitaria contribuimos a desarrollar la empatía y afrontar el reto de la “otredad”?
Las Instituciones de Educación Superior representan el centro de las actividades intelectuales donde los profesionistas adquirirán los conocimientos requeridos según su rama; sin embargo, también cumplen una función social, por lo que el desarrollo de competencias sociales y emocionales es fundamental no sólo para la enseñanza, sino para la formación de profesionales integrales, con alto sentido ético, responsabilidad social, capaces de brindar soluciones efectivas a las necesidades emergentes del contexto local, estatal, nacional y mundial que habitan.
Para ello, es fundamental implementar estrategias que promueven la flexibilidad y la diversidad, las cuales permiten “aceptar que los demás tienen puntos de vista diferentes a los nuestros”.[3] Al mismo tiempo, que podamos “recibir críticas sin sentirnos violentos ni adoptar actitudes ansiosas o defensivas y sin ceder un ápice frente a los que nos reprochan para manipularnos,[4] alcanzando la asertividad, la empatía y reconociendo la otredad.
Necesitamos recordar las palabras de Rodríguez y Serralde: “Es nuestra responsabilidad advertir que cada quien percibe el mundo de diferente forma y que para relacionarnos bien debemos tomar en consideración las opiniones, necesidades y deseos de otros”.[5]
Para saber más
Zoidec Limón y Karina Real, Universidad y ciudadanía, Universidad Intercontinental. Disponible https://www.uic.mx/universidad-y-ciudadania/
Christopher Innes, El teatro sagrado: el ritual y la vanguardia, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 35.
Mauro Rodríguez y Martha Serralde, Asertividad para negociar, McGraw-Hill, 2010, p. 69 [en línea], http://site.ebrary.com/lib/vallemexicosp/detail.action?docID=10436506
[1] Christopher Innes, El teatro sagrado: el ritual y la vanguardia, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 35.
[2] Ibidem, p. 70.
[3] Ibidem, p. 71.
[4] Ibidem, p. 81.
[5] Ibidem, p. 70.