El día de ayer, sintiéndome muy a la vanguardia, leyendo las noticias en la app del diario El País, me encontré con el titular “Los ‘millennials’ son los nuevos viejos de internet”, un artículo de Karelia Vázquez.
¿Los millennials? ¿Esa generación dorada de internet y de las redes sociales, esa cohorte consentida de sociólogos y mercadólogos, punta de lanza de la revolución digital, llegó a la vejez?
Según la Generación Z, sí, Selena Gómez, de 28 años, es ya una veterana y, en breve, el sólo hecho de haber nacido en el siglo XX, será evidencia de senectud.
La identidad de los millenials
La identidad se consolida más por procesos de diferenciación que de identificación, esto es, casi ningún adolescente sabe qué o quién es, por lo que se suele afirmar en lo que no son y buscan todas aquellas señales que definan lo que no son.
Los zetas no son millennials y, para marcar su frontera, han definido los comportamientos y lenguajes que delatan a un millennial en ese campo de batalla de los narcisismos de las pequeñas diferencias que son las redes sociales, especialmente TikTok e Instagram, pues Twitter y Facebook son terrirtorios de viejos para los zetas.
Así descubrieron que los mayores de 25 años hacen una extraña pausa antes de comenzar a hablar cuando están a cuadro en los videos de TikTok.
Eso llevó a que los adolescentes estadounidenses acuñaran el término “millennial pause” o “pausa millennial” para referirse al fenómeno por el que un millennial se detiene durante dos segundos para verificar si la cámara está grabando.
Cómo identificar a los millennials, los hazmerreír de los zetas
Karelia Vázquez, en el artículo ya mencionado, explica: “Un zeta genuino, nacido grabándose a sí mismo, sabe que la cámara de TikTok siempre funciona. La perplejidad de los zetas viene de constatar que hasta Taylor Swift hace la pausa de la vergüenza. Reírse de los millennials y de sus esfuerzos por no parecerlo es toda una categoría de contenidos en TikTok”.
La autora ha documentado otros comportamientos “delata millennials”:
- Publicar stories en Instagram y que salga la letra de las canciones, ¿es que no la sabéis ocultar?
- Usar GIF para hacer chistes ¡en 2022!
- Empezar los videos con imágenes de paisajes idílicos.
- Hacer un selfie colocando la cámara por encima de los ojos.
- Ordenar la biografía en las redes sociales en forma de lista.
- Hacer juegos de palabras en los pies de foto de Instagram.
- Poner caras y hacer ojitos a la cámara.
- Hablar constantemente de sí mismos, sobreactuar y dramatizar cada acto de la vida (la generación Z se considera mucho más sobria).
- Las parodias de TikTok, que incluyen tutoriales para evitar ser cazado en un gesto millennial, marcan el fin de una era.
- Entre los damnificados circula un meme de Las chicas de oro que avisa: “Ésta soy yo en TikTok”.
- “Los reconozco en WhatsApp cuando en la pantalla aparece ‘escribiendo’, pasan dos minutos y siguen escribiendo. ¿Qué me van a mandar? ¿Una carta? Cuando al fin llega el mensaje, no falta una coma ni una mayúscula, no hay una abreviatura. Escriben un whatsapp como si fuera un e-mail”, opina Jaime Villarroel, nacido en 2002.
Agrego una más, escribir este texto de dos cuartillas se considera un exceso y hasta una falta de respeto en una red social como Facebook, que es para milllennials, X y boomers. Los zetas, con sólo ver el título, me dirían con su gesto más confrontativo: aburrido.
Generaciones caducas
Karelia Vázquez concluye el artículo con tono resignado: “Sea usted de la generación X, millennial o afortunado Z. Da igual. Nunca será nada por mucho tiempo. Viejo, siempre a punto de caducar como un yogur. Ese y no otro es el espíritu de nuestra época”.
La pregunta es: ¿Quién les da el poder para establecer la caducidad, para cancelar todo lo que no les sastisface o confronta y para impulsar a las generaciones adultas a bailar y hacer piruetas para demostrar que todavía corre juventud por su sangre?
La respuesta a dicha pregunta es la hebecracia de las redes sociales, el gobierno adolescente, un poder efímero que también perderán porque no dejarán de crecer: son la causa de su propia caída.
La hebecracia va paralela a la gerontofobia, el miedo a la vejez; el problema es que en la vida fuera de las redes no hay filtros y, por más cirugías que nos podamos hacer, la edad se va a notar, incluso nuestros gustos y conductas.
Las redes sociales son un juego, tienen sus reglas, sus tiempos y estrategias. Al ingresar a ellas, aceptamos el juego; el mismo hecho de nunca publicar y ser sólo observadores es una opción del juego.
Sentimos la obligación de jugar, pues no tener presencia en redes sociales puede ser sospechoso; pero como bien lo planteó Niklas Luhmann hace años, al final son un sistema más, de los tantos que ha generado la humanidad a través de su trayectoria en la Tierra.
Como todo sistema, suele estar encerrado en sí mismo, generando sus propias interacciones al interior con alguna que otra permeabilidad hacia el exterior. La sensación es que de la redes sociales emanan los hechos; pero, más bien, se alimentan y retroalimentan de los hechos para transformarlos en su propio código, aunque, al final, gran parte de su contenido, sucedió fuera de su sistema.
“Lo que un día fue no será”
No me importa tanto si soy viejo o no, de cualquier manera, si no lo soy todavía y continuo vivo, llegaré a serlo; si ya lo soy, nada puedo cambiar. Lo que sí está en mis manos es resignificar las ideas acerca del paso del tiempo y la adultez mayor, reconsiderar los datos.
En la adolescencia pasamos, a lo mucho, 13 años; en la vejez, con la ampliación de la esperanza de vida, 25, 30 o más años, además de que es el futuro y no el pasado.
Dar a la hebecracia lo que es de la hebecracia, dejarles sentir el poder efímero tan necesario en la consolidación de identidad y pertenencia de la adolescencia. Aceptemos nuestro propio momento de vida y repitamos este mantra en compañía de José José: “Lo que un día fue no será”.
Para saber más
Licenciatura en Psicología, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/psicologia/
Diplomado en Neuropsicología, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/educacion-continua/diplomado-en-neuropsicologia/
Licenciatura en Pedagogía, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-de-la-salud/pedagogia/
Eva González, “Por qué estudiar psicología”, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/por-que-estudiar-psicologia/