Sobre la ética, en un ensayo pionero por proponer uno de los primeros juramentos conocidos para traductores, Chesterman (2001) hace alusión a un mito de la cultura hopi recopilado por Heat-Moon (1984) en su viaje por Norteamérica.
La Abuela Araña, guía espiritual de la humanidad, dice a sus hijos e hijas: “No vayan por allí robándose unos a otros”. En segundo lugar: “Traten de entender las cosas”. Si su primer consejo consiste en una prohibición, asemejándose en esto a los diez mandamientos que el dios judaico le reveló a su profeta Moisés, su segunda exhortación plantea una ética abierta y sugerente. ¿Qué significa “tratar de entender las cosas”?
Sin duda, la curiosidad juega un papel muy importante en la vida de un traductor o de una intérprete. El interés por lo otro y su complemento (el acto empático) si bien no dotan al individuo que los experimenta de las herramientas para desenvolverse como un intermediario entre dos culturas distintas, sí lo ponen en el camino para obtenerlas.
Tal es la misión de la sabia antepasada en la mitología hopi que, por medio de sus variados avatares, ayuda a los seres humanos en su tránsito por los cuatro mundos.
Chesterman y la ética positiva
Chesterman dice que la prohibición antecede a lo que llamó una “ética positiva”. Esto, refiriéndose a lo más general y centrada en exponer los valores que una cultura (y una profesión con base en su tradición) defiende. En cambio, el primer consejo pertenecería a una “ética negativa”, consolidada a partir de leyes que no se deben infringir. Para este crítico y traductor es fácil tener un acuerdo de lo que es injusto y doloroso, sobre lo justo y el alcance la felicidad. De allí que la Abuela Araña ordene su discurso de esta manera.
No obstante, vale la pena detenerse en la complementariedad de ambos postulados. Su copresencia en el mito hopi puede tener un significado más profundo: “No vayan por allí robándose unos a otros”; “Traten de entender las cosas”. Aunque el primer consejo de la Abuela Araña sea una restricción necesaria para evitar el dolor de la comunidad, su siguiente frase nos lleva a la construcción de una relación distinta con esos otros a los que en un primer momento pudimos haber robado. Este intento por comprender aboga por un respeto y una humildad frente a las cosas que nos rodean. Podemos pensar que no sólo se trata de otros seres humanos, sino también de su cultura, sus objetos y su lenguaje.
Si las primeras palabras de la Abuela Araña nos ubican en el contexto de una agresión entre seres humanos, un hurto, la continuación arroja luz sobre otro aspecto del ser humano que trata de comprender, escucha, traduce a otros y se traduce a sí mismo. Basado en este mito, Chesterman propone un “juramento jeronímico” (así como existió el juramento hipocrático para los médicos) y nos recuerda lo ligada que está la ética con la práctica de la traducción: quien traduce o trata de comprender no hurta ni daña a los otros.
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