Antes de arquitecta: persona

Escrito por: Pamela López García

Docente de la Licenciatura en Arquitectura

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La arquitectura: más allá de construir

Hablemos de ser arquitecta, pero no sólo de eso, sino de ser persona, lo cual va más allá de la arquitectura.

Hace unos meses inicié la búsqueda de una serie documental que me diera un poco de enseñanzas fuera de mi quehacer original: la arquitectura. No les voy a mentir y decir que tuve éxito a la primera (ni como arquitecta ni encontrando la serie). Todo lo contrario. Fue complejo porque entre tantas plataformas de streaming, de pronto, uno se marea; además de que ya había visto las series más sustanciales.

Arquitectura y series, ¿qué tienen que ver?

A tal situación, me preguntan: “¿cómo encuentras tiempo para eso además de todo esto otro? A lo que yo respondo: seguro que tengo un súper poder de alentar las horas y elongar cada día hasta repetir el proceso de dormir-despertar. O más bien, simplemente, me propongo disfrutar los fugaces momentos. En cuanto comprometí una noche a jugarle a la bibliotecaria, me encontré con un tesoro de la corona, pero que sólo atrae a cierta población. Ahí estaba yo, la arquitecta de starter pack frente a la pantalla aplaudiendo porque La Bauhaus se ponía frente a mis ojos. Esta serie llenaba todos mis requerimientos: serie documental corta, en HD, con extranjerismos y con un suceso histórico meramente arquitectónico, como cereza del pastel.  

La historia va más o menos así

Sin alerta de spoiler, entrevistan a Walter Gropius en su casa de Massachusetts acerca de los mejores años de la Escuela de Artes y Diseño La Bauhaus. En particular, se enfoca a una de sus estudiantes, Dortë Helm, quien fuera una de las más talentosas de su generación.

La arquitecta contemplando

Al ver la serie sólo me remontaba a episodios de mi vida o de mi alrededor. Entre ellos, ciertos factores o acciones se repiten, por ejemplo: dormir-despertar en diferentes épocas, ciudades y comportamientos. Uno de los episodios fue sentir que por más que te enfocas en un diseño por horas, resulta que no obtienes más que un bloqueo mental hasta paralizar el cuerpo y dejarnos en pausa. A dicha pausa la he apodado “la pausa de San Koolhaas”, que te deja con el rostro confuso y la palabrería como recurso en el papel. Sin receta mágica para quitar el desbloqueo, nada queda sino salir y ejercer el “san arquitecto neerlandés” e irse a nadar como él, irse a caminar, irse de la pantalla o mesa, pero despegarse y dar el salto; eso sí. Francamente sí funciona si te enfocas en sólo desprenderte del atorón en cuestión.

Otro hecho fue poder conciliar un momento tan atípico como una guerra (en caso de Helm) o la pandemia por Covid-19 (tú y yo ahora mismo) con el ímpetu de crear, proponer, innovar, problematizar y romper un sistema lineal para sistematizar un pensamiento. De ello resulta avanzar algo más provechoso, pero a qué costo. Por ejemplo, en el caso de Helm a quien pudieran encarcelar por mitad-judía, o a ti y a mí, a quienes nos resulta complicado contener un virus. ¡Vaya retos!

¿Quién soy?

El constructo de arquitectos en la serie es más bien el resumen de un gran modelo de vida, donde unos personajes deciden cosas rutinarias. Por ejemplo, cómo viven las personas en tiempos de posguerra, cuántas personas pueden pagar por un servicio de diseño de un espacio habitable, y si es valioso o no, o pertenecer a un grupo político para impulsar algo sobre el “creer, poseer, dirigir”, que tanto digo en mis clases de Sociedad y arquitectura. Lo que realmente me pregunto es: ¿esos arquitectos alguna vez se tropezaron en la calle?, ¿se les vertió el café en el pantalón antes de una junta?, ¿se quedaron dormidos y llegaron tarde a algún lado? Y como dice Teodoro González de León: “en Francia todo es diferente”, pues a lo mejor sí y soy la única a la que le está llegando el tiempo de defender su humanidad antes de su posición o credencial.

¿Les ha pasado que cuando conocen a alguien lo primero que intercambian es su puesto de diligencia? A mí también, y es simplemente porque estamos tan acostumbrados culturalmente a valorarnos como lo que somos y no por quienes somos. La Bauhaus fue en esencia un proyecto fantástico porque buscaba en sus estudiantes y próximos artistas que sin importar qué fueran dieran lo mejor de sí para formular un tan sobrio y a la vez dulce y empalagoso ¿quién soy?

Antes de arquitecta: persona

Antes que arquitecta soy persona y eso me exige comprobar mis valores humanos antes que comprobar cuán astuta puedo ser como orquestadora de la expresión espacial del comportamiento en el territorio.

Mi compromiso es hacer de la enseñanza de la arquitectura, y de cualquier enseñanza en general, un compromiso con personas, ya que nosotros mismos debemos promover un cambio radical de paradigma. Nosotros, los arquitectos, diseñamos para otras personas y así es como el ciclo se vuelve irremediablemente virtuoso. En La Bauhaus sentir los colores para poder aplicarlos en los tejidos, arquitectura, esculturas, y demás, era un ejercicio básico de primer año. Esto me hace recordar mi primer diseño, el cual fue una tortillería en 500 m2, sin siquiera saber usar un escalímetro.

La experiencia de ser arquitecta

¿Qué es más humano, saborear un color y compartirlo con los que te rodean o simplemente medir cajas de acero inoxidable y tener ese dato en una hoja olvidada? La experiencia de ser arquitecta sólo complementa mi experiencia de ser persona, porque potencia el aprovechamiento de mis sentidos, del diálogo con las personas o de compartir un buen platillo regional en una comunidad al sur del país. También permite ponerle sonido a los colores y sabores a las palabras en un proyecto. Todo esto es, sin duda, una misión difícil, ya que estamos confrontando hábitos socioculturales en la brecha convexa del deber ser, según el Manual de Carreño. Es importante celebrar estas cualidades de la humanidad porque sin ellas realmente ¿cuál sería el verdadero objetivo?

Con todo este argumento los invito a ser antes que contadores, psicólogos, ingenieras o biólogas a enfatizar su Pamela, José, Santiago o Claudia, porque merece la pena tenerlo en mente. De esa manera, se volverá más interesante.

Para saber más

Licenciatura en Arquitectura, Educación Continua, Diplomado en Sistemas Arquitectónicos para el Diseño del Ambiente Interior, Universidad Intercontinental.

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