Veamos qué tiene que ver la arquitectura, la discapacidad auditiva, la acústica y la pandemia.
La discapacidad auditiva
Dentro de las diferentes discapacidades, la auditiva se considera como una discapacidad “invisible” dado que “no se nota”. Sin embargo, las personas con este tipo de discapacidad suelen tener tantas barreras como las personas con discapacidad visual. Esta última es considerada como la más incapacitante, pues las personas ciegas se enfrentan a una cantidad mayor de barreras que dificultan su autonomía. Según cifras de Conadis, poco más del 5% de la población en México tiene alguna discapacidad (motriz, visual, auditiva, psicosocial o mental).
Comunicación auditiva en pandemia
Durante esta pandemia, el uso de cubrebocas en espacios públicos se ha convertido ya en una regla de convivencia. En consecuencia, la comunicación se torna 100% auditiva dado que los usuarios tienen medio rostro cubierto y con ello se anula cualquier forma de apoyo para que las personas sordas o con hipoacusia puedan leer los labios. Este impacto social sobre las personas con discapacidad auditiva es tal que, incluso los espacios de usos múltiple como oficinas de gobierno, bancos, hospitales y demás, se tornan inaccesibles. Esto se debe a que los materiales con los que están construidos no favorecen la absorción de las ondas sonoras para tener una mejor calidad en el sonido y mejorar la comunicación.
La acústica en el diseño arquitectónico
Por esta razón, el diseño acústico de los espacios públicos se convierte entonces en un asunto de salud pública.
Es importante que las nuevas tendencias sobre el diseño en arquitectura consideren la accesibilidad no sólo a las rampas, circulaciones, barandales o guías podotáctiles. También deben de contemplar la repercusión del sonido y el diseño de áreas que favorezcan la comunicación de las personas sin el eco del sonido que rebota en los materiales, que lejos de absorber las ondas acústicas, las amplían y las proyectan en diferentes direcciones.
Accesibilidad para todos
Tendríamos que considerar cada espacio como si fuese una sala de conciertos y revalorar la relación de forma y función de manera equilibrada para que su uso sea 100% accesible para todas las personas, ya sea con discapacidad, adultos mayores, adultos, niños y/o jóvenes. La accesibilidad implica que cualquier persona pueda desplazarse dentro del edificio y además se pueda comunicar sin problemas.
Por ello, debemos considerar a la acústica como un papel protagónico en los espacios que son de uso público. De esta manera, influirá en la selección de materiales, ya que no sólo se trata de que se vean bonitos, pues deben cumplir una función acústica y estética en la misma proporción.
Calidad acústica
La calidad acústica depende de cuán bien se controlan las fuentes de sonido desde el diseño. Y en arquitectura cometemos el error de pensar que lo que se ve bien es bueno y además es bonito, y por ello, perdemos el control del sonido. Pero cuando somos usuarios, por muy estético que sea el espacio a la vista, si la acústica no es la adecuada deja de ser un espacio agradable.
Contemplar el sonido que no se ve en la arquitectura, es parte obligada para una verdadera inclusión.
Para saber más
Licenciatura en Arquitectura, Educación Continua, Universidad Intercontinental.