La peste negra, la viruela, el sarampión, el virus de la inmunodeficiencia humana, la gripe española, pandemias que han ocurrido a lo largo de la historia, y ahora la COVID-19, han ventilado lo vulnerable que es el ser humano.
¿Cómo es que se lucha ante estos asesinos? Las bacterias y los virus han acabado con millones de personas.
Estado de contingencia
En la actualidad nos vemos confrontados a hacer frente a un virus mutado con cualidades de alta reproducción; tanto así que, en una semana, el contagio se había extendido en 40 países, y es cuando pensamos en la globalización y sus alcances; en cómo, por medio de una veloz transmisión, vivimos lo mismo, sentimos la misma incertidumbre, donde no parece haber más nada que anclarnos a poder tomarnos de la mano a distancia.
Las medidas que se han tomado a lo largo de la historia para enfrentar las pandemias han sido el establecer el llamado cordón sanitario, la treintena, la cuarentena e incluso la cincuentena haciendo alusión a un aislamiento.
Dicho tiempo comprendiéndolo como un periodo de precaución ante la inminente incubación. Ledermann (2003) menciona que “el término cuarentena derivó en término marítimo, aplicándose un periodo de aislamiento a los buques que llegaban de puertos de mala fama médica”, haciéndose extensivo no sólo al ámbito naviero.
Posteriormente, se hicieron reglamentos que marcaron el límite bajo el cual se intentaba prevenir el periodo de contagio, preguntando su utilidad frente a las fuertes pérdidas económicas y sociales, siempre bajo la idea de prevalecer, de sobrevivir.
Es entonces cuando bajo una situación como en la que nos encontramos en este momento, en la denominada contingencia sanitaria, que palabras como distanciamiento social, confinamiento, resguardo, encierrro, lockdown, cobran significado en nuestro día a día.
Volver a lo primario
El saneamiento ambiental que en algún momento existió del mal aire y la mala agua trasciende en nuestros tiempos a no salir, a permanecer confiscados por un saneamiento de nuestra manera de vivir en grupo, en vínculo, en compañía del otro en un contacto de piel a piel donde el abrazo, la palmada y el beso cobran relevancia y hasta ahora sabemos qué tanto. Esto, con el fin del cuidado del otro, de pensar en los más vulnerables.
De esta manera es como llega a mi mente lo más primario del contacto humano y me remito al contacto con la madre, a la simbolización que sucede tras el primer intercambio: el calor, el cobijo, la mirada, la piel.
¿Será que también es esto lo que revoluciona sentimientos tan primarios de enojo, desprotección y melancolía al vernos limitados en la interacción con el otro?
Me remito a Didier Anzieu y su aportación del Yo-Piel, concepto en el que “designo una figuración de la que el niño se sirve, en las fases precoces de su desarrollo, para representarse a sí mismo como Yo que contiene los contenidos psíquicos a partir de su experiencia de la superficie del cuerpo” (Anzieu, 2016). Con este orígen epidérmico la piel cumple sus funciones de contención, de límite y de medio de comunicación en donde se inscriben huellas de aquellos significantes.
Por medio de la mirada y la piel se inscribían insignias; por ejemplo, en la sugestión a través de la presión y calidez de la piel se podría crear una dependencia afectiva en tiempos de Freud y la hipnosis. Sin embargo, fueron necesarias las adecuaciones al setting psicoanalítco a fin de instaurar la distancia requerida para poder dar lugar al despliegue psíquico. El tacto se instauró a través de la mirada, de la escucha y de la disposición de las emociones al servicio del paciente. De esta manera, se habla de la prohibición del tocar tramitada en diferentes dualidades que vinculan a la autoconservación, a la sexualidad, a la agresividad y a la necesidad intrapsíquica de diferenciarse.
Si retrocedemos a las primeras prohibiciones, las que van al servicio de la autoconservación, encontramos que “las prohibiciones definen los peligros externos; lo prohibido señala los peligros internos” (Anzieu, 2016). Y más allá de todas las implicaciones que esta denominación tiene implícita en el desarrollo del niño y de su vivencia edípica, utilizamos dicha paradoja para aterrizarla en nuestra situación actual.
La sensación kinestésica del contacto de esa comunicación táctil queda registrada como antecedente sobre el cual se inscriben operaciones posteriores, y en palabras de Anzieu, “esta comunicación ecotáctil subsiste como fuente semiótica originaria. Se hace activa en la empatía, el trabajo creador, la alegría y el amor” ((Anzieu, 2016). Al ser expuestos a una condición donde nuestra manera usual de interactuar constituye una amenaza, se destapan sentimientos que nos remiten a la paranoia, a la hipocondría y a sentirnos fuera de lugar.
Las personas ya contagiadas atraviesan estas fantasías convirtiendolas en realidad, reestableciendo simbólicamente una piel psíquica continente donde la estructura interna también se ve vulnerada al vincularse con un contagio. Hecho que, según estadísticas, puede deberse al poco cuidado, a la mala fortuna e incluso a la desinformación o falta de credibilidad en el tema. Y si recordamos que “la prohibición de tocar separa la región de lo familiar, región protegida y protectora, de la región de lo extraño, inquietante, peligrosa” (Anzieu, 2016), podemos colocarnos en la culpa, en la recriminación o en la envoltura fría que amenaza nuestra existencia.
Sin ser un tema letal en la mayoría de los diagnósticos, orilla a un confrontamiento con nuestra finitud, con la imposibilidad, ante la ausencia de un espacio potencial de acuerdo con Ogden “en la medida en que el sistema corporal esté apartado de las vivencias con seres humanos que se transformen mutuamente” (Anzieu, 2016).
Sin duda, poder lidiar con esta condición requiere de cuidados físicos, pero también emocionales para el restablecimiento. La estructura interna es la que debe mitigar estas movilizaciones, la posible ansiedad depresiva que se pueda desplegar asociada a esta vivencia de desconexión. Esta vivencia sensorial de contacto interpersonal que contribuye a nuestro sentido de estar sanos (Ogden,1992).
Por la misma índole del tema hay contradicciones, un cuidado con la limpieza exhaustivo, un trato distante que no ayuda más que a sentirse más ajeno. Y es este desconocimiento, esta incertidumbre la que se despoja de la autoría de los propios pensamientos y sentimientos infectados o contagiados por lo que se dice o lo que se espera de la enfermedad.
De aquí la importancia de regresar a lo básico, ¿cómo tramitar ese tacto? Puede ser tramitado en mirada, en escucha, la disposición de las emociones: usando la tecnología, las herramientas que ahora muestran su bondad y generosidad en mantenernos juntos, pero cada quien en su espacio. De piel a piel pero de balcón a balcón.
Para saber más
Licenciatura en Psicología, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-de-la-salud/psicologia/
Licenciatura en Pedagogía, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-de-la-salud/pedagogia/
Diplomado en Neuropsicología, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/educacion-continua/diplomado-en-neuropsicologia/
Anzieu, D., El yo-piel, Madrid, Biblioteca Nueva, 2016.
Blanco, P., Silva, R, Catalán, N. Zafra, M. y Clemente Y. (2020). “Guía de actuación ante el coronavirus. Respuestas para saber qué hacer ante la sospecha de padecer la Covid-19, cómo prevenir el contagio o cómo convivir con una persona infectada”, El País. Recuperado de: https://elpais.com/sociedad/2020/03/13/actualidad/1584102347_992993.html
Ledermann, W., “El hombre y sus epidemias a través de la historia”, Revista Chilena de Infectología, 2003; pp.13-17. Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/pdf/rci/v20snotashist/art03.pdf
Ogden, T., La frontera primaria de la humana experiencia, España, Julian Yebenes, S. A., 1992, pp.45-72.
Regalado, M., De la peste negra al coronavirus: cuales fueron las pandemias más letales de la historia, Argentina, Infobae, 2020. Recuperado de: https://www.infobae.com/america/mundo/2020/03/18/de-la-peste-negra-al-coronavirus-cuales-fueron-las-pandemias-mas-letales-de-la-historia/