La pluralidad de voces es, y ha sido, una condición deseable en las sociedades humanas. Es por medio del debate y la discusión abierta que ideas —capaces de alterar paradigmas establecidos— pueden trascender la teoría e implementarse en el mundo real. En ese sentido, la consolidación del internet como plataforma de generación y diseminación de la información puede parecernos una situación indiscutiblemente positiva. ¿Pero lo es?
La cantidad de información que se genera día con día es astronómica. Existen diversas estimaciones al respecto de esta cifra, pero puede ser un tanto estéril ver en la pantalla un montón de ceros.
Una excelente metáfora para visualizar dichos datos fue provista en 2016 por el astrónomo estadounidense David Helfand en su libro A Survival Guide to the Misinformation Age: Scientific Habits of the Mind:[1]
“Con la proliferación de dispositivos y servicios electrónicos de comunicación —desde tabletas a teléfonos inteligentes, pasando por redes sociales hasta correos electrónicos—, estamos creando 2.5 trillones de bytes de datos cada día (eso es 2,500,000,000,000,000,000 bytes que equivalen a cinco billones de libros del grueso de éste, suficientes para llenar libreros de medio kilómetro de altura, formando un cinturón a lo largo del ecuador de nuestro planeta)”.[2]
Me he permitido resaltar la última parte de la cita para enfatizar la descomunal cantidad de datos generados día tras día en nuestra sociedad computarizada. Invito al lector a hacer el ejercicio de imaginación, visualizando un cinturón de libreros de medio kilómetro de altura con una extensión equivalente al diámetro de la tierra. En el medio de este caótico coro de voces que luchan por un espacio para ser escuchadas, nos encontramos nosotros: personas que (idealmente) deben decidir qué información ganará uno de esos espacios.
Esta reflexión me parece de gran importancia en el momento que atravesamos actualmente. No es coincidencia que la cinta Contagion (2011), del director estadounidense Steven Soderbergh, esté resurgiendo, a nueve años de su lanzamiento, en los rankings de renta de plataformas de streaming.
Como su nombre lo sugiere, la trama de la película gira en torno a la lucha frente a un virus que desencadena una epidemia de alcance global. Más allá de las similitudes entre esta historia y la realidad que ahora nos posiciona frente al COVID-19, me gustaría comentar el lema que adornaba los pósteres de la cinta: “Nada se esparce como el miedo”. Este enunciado, que quizá en otros contextos podría parecernos trillado o más dramático de lo necesario, contiene sabiduría que no debería ser omitida.
A la par de la prevención y la adopción de medidas concretas para combatir y revertir la pandemia que acecha a México, las personas deberán, quizás más que nunca, ser capaces de discernir la información útil de la que, en definitiva, no lo es.
Hoy en día es muy sencillo absorber discursos que confirmen lo que pensamos, nuestras ansiedades y miedos: desde mensajes en grupos de conversación, pasando por tuits hasta piezas emitidas por cadenas periodísticas con agendas más allá de informar de manera transparente.
En este escenario de caos discursivo e ideológico debemos equiparnos con habilidades analíticas y dosis extra de distanciamiento crítico con el fin de no agravar lo que será, sin duda, una dura prueba.
Ya podemos contemplar los primeros efectos de la desinformación: desabasto en Estados Unidos, España y algunas partes del norte de México.
Actuemos de forma consecuente y lógica y, como lo ha hecho China, esta crisis podrá superarse.
Para saber más
Licenciatura en Traducción, Localización e Interpretación, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-ciencias-sociales/traduccion-localizacion-interpretacion/
Diplomado en Traducción Especializada, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/traduccion/diplomado-en-traduccion-especializada-e-interpretacion-profesional/
Lenguas Extranjeras, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/lenguas-extranjeras/
Karemm Danel, El diablo debe ser un gran lingüista, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/el-diablo-debe-ser-un-gran-linguista/
David J. Helfand, A Survival Guide to the Misinformation Age: Scientific Habits of the Mind, Nueva York, Columbia University Press, 2016.
Sam Adams, “Contagion’s Screenwriter on Watching His Movie Go Viral”. slate.com, Estados Unidos, The Slate Group LLC, 2020.
[1] David Helfand, Una guía de supervivencia para la era de la desinformación: hábitos científicos de la mente, s. d.
[2] “With the proliferation of electronic communication devices and services—from tablets to smartphones and from social media sites to e-mail—we are now creating 2.5 quintillion bytes of new data everyday (that’s 2,500,000,000,000,000,000 bytes or the equivalent of five trillion books the length of this one, enough to fill bookshelves half a kilometer high stretching around the Earth at the equator”. Traducción al español del autor. D. Helfand, op. cit., p. 132.