A diario tenemos un punto de contacto que nos permite comunicarnos e intercambiar información con personas que son vínculos indispensables para nuestro trabajo, para el conocimiento o para adquirir productos o servicios.
Esto se da en diversos entornos, ya sea en plataformas digitales o espacios virtuales o físicos, soportados por el diseño de interfaces donde ya nos acostumbramos a interactuar.
Si bien es cierto que no nos cuestionamos qué soporta todas nuestras actividades, sin las interfaces gráficas no podríamos llevarlas a cabo de manera tan eficiente.
Sistemas de información y el mundo real
Los sistemas de información se basan en el manejo de códigos icónicos, lingüísticos, cromáticos, entre otros, para ofrecer información de diversa índole y conducir a los usuarios por diferentes espacios a fin de que éstos se orienten con facilidad.
Dichos ambientes, como contenedores para guiarnos a algún lugar, darnos información y ayudarnos a tomar decisiones, son herramientas para la interacción y se conforman de elementos gráficos.
Sin embargo, toda interfaz tiene un proceso de desarrollo estratégico centrado en cada uno de los usuarios, una especie de entorno de “amigabilidad” de uso, que permite la interacción entre el humano y el sistema.
A esto podríamos llamarle proceso de inmersión, conceptos que nos parecen comunes cuando hablamos de un “mundo virtual”, pero que se han utilizado como metáforas para referirnos a actividades que hemos realizado en el “mundo real”.
Tal es el caso de la interacción con un libro, de formato medio oficio, con interiores en papel cultural y pasta blanda. Además de esto, observamos sus páginas con elementos tipográficos e iconográficos.
Dichos elementos nos dan indicios del texto para una lectura adecuada a las variables que conocemos; es decir, una lectura de izquierda a derecha, de arriba a abajo y un folio que nos señala la página, entre otros elementos.
La lectura inmersiva del contenido nos permite tener un estado de conciencia donde la percepción de nosotros como usuarios, o nuestro “yo” físico, disminuye en favor del entorno que lo rodea y lo textual.
Asimismo, permite que el lector utilice el lenguaje como guía para recuperar enunciados leídos, en representaciones mentales, fundamentadas en modelos cognitivos interiorizados, lo que genera una experiencia individual con dichas referencias.
Interactuar con la información
Cabe destacar que el término interfazar (to interface) que utiliza McLuhan habla sobre el punto en el que se da la interacción entre dos sistemas, aunque no necesariamente tecnológicos y que por otros autores se ha extendido y relacionado con el ambiente digital.
En ese sentido, podríamos identificar que el vértice entre lo que pasa en distintos sistemas se “materializa” a partir del diseño de información, que depende del conocimiento que se tiene del usuario.
El diseñador permite la “transparencia de la interfaz” y recupera su valor en este modelo de comunicación (usuario-sistema), que ahora ubicamos como usuario-diseñador-sistema.
El diseñador de información procurará, estratégicamente, el desarrollo de las acciones para hacer perceptible el entorno y, con ello, generar herramientas que permitan la comunicación, la visualización de datos y el reconocimiento de rutas para que el usuario tome decisiones en favor de lo que busca.
Para saber más
Licenciatura en Diseño Gráfico, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-ciencias-sociales/diseno-grafico/
Especialidad en Publicidad y Medios Interactivos, Universidad Intercontinental.
Tipogafilia. Disponible en https://tipografilia.com/