Muy pocas cosas en el mundo tienen tanta fuerza, sentido e impacto como una sonrisa. Sin embargo, el estrés existente en las zonas urbanas de alto crecimiento y alta movilidad impide el bienestar y la felicidad: ¡impide simplemente el sonreír!
El secreto de la felicidad es simple: vivir estoicamente durante toda nuestra vida y llevar a buen cause el hábito de sentirnos bien con nosotros mismos. Se trata de valorar esas pequeñas cosas que pasan frente a nuestra vista y a las que por lo general no les ponemos atención.
La realidad es que no controlamos lo que nos sucede; no podemos controlar lo que dicen o hacen las personas que nos rodean, y ni siquiera podemos controlar totalmente nuestros propios cuerpos, nuestros sentimientos que se dañan y enferman y, en última instancia, mueren sin tener en cuenta nuestras preferencias. Lo único que realmente controlamos es cómo pensamos las cosas.
El gran poder de sonreír, de esta expresión tímidamente facial que manifiesta alegría, bienestar, desesperación, comodidad y amabilidad entre los humanos, trasciende sociedades, culturas, diferencias de género, diferencias políticas, sociales y económicas. ¡Sonreír es una de las cosas sorprendentemente simples que te ayudan a llevar una vida feliz!
A menudo la vida puede ser difícil. Siempre habrá altibajos. Pero a veces, puede llegar a ser tan desafiante que nos encontramos cayendo en la miseria y todo, incluso la cosa más pequeña, se siente como una lucha interminable.
La felicidad es algo por lo que todos luchamos. Podemos buscar en cualquier libro, sitio web, revistas o bibliotecas y encontraremos que ser feliz es el objetivo final de la vida.
Harvey Ball, diseñador y creador del icono de la carita feliz o smiley face, entendía muy bien esto, ya que su historia personal y profesional tuvo como finalidad demostrar que una actitud emprendedora, positiva y propositiva es capaz de producir cambios inigualables y poco imaginables en las seres humanos.
Más allá de la percepción y el diseño
Ball fue un diseñador gráfico que nació el 10 de julio de 1921 en Worcester, Massachusetts, Estados Unidos. Después de graduarse en el Worcester South High School, donde mostró interés y habilidad para el dibujo, se convirtió en aprendiz de un pintor local de carteles antes de estudiar Bellas Artes en el museo de esta institución.
Concluida su carrera, se incorporó al ejército de Estados Unidos, donde permaneció durante 27 años; participó en la Segunda Guerra Mundial, sirviendo en Asia y el Pacífico; recibió la Estrella de Bronce por heroísmo durante la Batalla de Okinawa. En 1959 fundó su propio negocio: tras la guerra, Ball se fue a trabajar para una empresa de publicidad en Worcester en la que descubrió su vocación y su pasión. En 1959, su emprendurismo le dio frutos, reconocimiento y algunas buenas recompensas económicas que le permitieron establecer su propia compañía, la Harvey Ball Advertising.
Creando un icono universal
En 1963, la Compañía de Seguros de Vida State Mutual Life Insurances de Worcester, Massachusetts, adquirió la Guarantee Mutual Company, fusión que desencadenó la baja moral de los empleados, debido a que el clima laboral se vio afectado por el temor a liquidaciones, reestructuras e incertidumbre ante un nuevo esquema laboral.
Al ver el descontento de los empleados, y como estrategia emergente, los directivos decidieron poner en marcha un plan de comunicación que fue asignado a la directora de promociones, Joy Young, quien tuvo como tarea la crear un icono visual para ilustrar la “campaña de amistad” con la cual buscaron propiciar un mejor ambiente de trabajo.
La campaña debía incluir nuevas reglas que motivaran a sonreír más en horas de trabajo, tener buena actitud al hablar por teléfono y en el trato con clientes y proveedores. Para esa tarea se contrató a la compañía de Harvey Ball.
El proyecto carecía de alguna imagen o dibujo que se utilizaría en botones adheribles. Según él mismo cuenta, Ball apareció con una cara sonriente con el ojo izquierdo levemente más pequeño que el derecho, lo cual permitió Humanizó el dibujo gracias a su imperfección. Este rostro estaba dibujado sobre un llamativo fondo amarillo brillante.
Crear este diseño le tomó a su autor tan sólo diez minutos. La carita feliz se plasmó en carteles y etiquetas que sirvieron para decorar las oficinas.
Le pagaron 45 dólares por su trabajo. Al final ni el mismo Harvey Ball ni la compañía se preocuparon por registrar la creación. Nadie imaginó que acabaría siendo un símbolo universal de la felicidad.
Trascendencia
Fue hasta la década de los setenta que los hermanos Bernard y Murray Spain agregaron el lema “Que tengas un día feliz”, el cual después se modificó a “Que tengas un buen día” (Have a nice day).
La carita feliz se popularizó convirtiéndose en una moda en todo Estados Unidos. Apareció en campañas de merchandising en camisetas, estampas, tazas, revistas, tarjetas de felicitación y demás artículos promocionales.
A partir de ese momento, la carita feliz pasó a ser un emblema de la cultura popular y se difundió a lo largo y ancho de todo el mundo.
A partir de 1996, Walmart comenzó a usar el rostro de smiley face en las tiendas y más tarde en los anuncios de televisión.
Un día más para sonreír
En la actualidad, la carita sonriente ha trascendido de tal manera que incluso podemos disfrutar del Día Mundial de la Sonrisa.
Se ha vuelto tan famosa y es tal la comercialización del smiley que fue perdiendo poco a poco su significado original de propagación de buena voluntad y buen humor, algo que ya concluía Ball desde 1999.
Tras la muerte de Ball, el 12 de abril de 2001, la Fundación Harvey Ball World Smile patrocina el Día Mundial de la Sonrisa para recaudar fondos de caridad y contribuir a mejorar el estado de ánimo de las personas.
Al mismo tiempo, trabaja en favor de causas sociales y humanitarias, como la salud y la protección infantil, reconociendo la valiosa aportación artística y sociológica de su creador.
Actitud que hace diferencia
El legado de un artista al crear un icono visual o gráfico como la carita feliz va más allá de su popularidad. Según expertos en psicología, semiótica e incluso mercadotecnia, esta imagen produce cambios en el estado de ánimo de las personas y tiene efectos positivos, comprobables e incomparables.
Pero la reflexión más trascendental, valiosa e importante al abordar este tema puede ser la siguiente: podemos tener una buena actitud que implique reconocer la importancia de los pequeños detalles, de los milagros comunes que día a día experimentamos sin darles un verdadero valor.
Deseemos días de milagros comunes, cafeteras con de café fresco que otro te preparó, deseemos llamadas inesperadas de viejos amigos, semáforos verdes camino a cualquier destino.
Vivamos días de cosas pequeñas de las cuales estar agradecido: la fila mas rápida en el supermercado, una canción favorita en la radio, encontrar las llaves justo donde busquemos. Sonriamos por días de felicidad y perfección.
Esperemos una buena noticia, la sonrisa de un extraño, el viento fresco en nuestros rostros, libertad en las palabras, cariño en un abrazo, perderse en los ojos de alguien…. Deseemos que tengamos días llenos de cariño y sonrisas.
Enfoquémonos en nuestra forma de hablar, de saludar, de dirigirnos a los demás al mirar e incluso escuchar no sólo a nuestros seres queridos, familia, amigos y conocidos, sino también en toda persona con la que coincidamos en el trabajo, que encontremos en la calle y en cualquier otro lugar donde podamos ser agentes de cambio.
Permitamos desear, imaginar y transmitir que el significado real de la carita feliz, smiley face, trascienda nuestras vidas, toda la vida.
Para saber más