El color, desde la antigüedad, ha sido un elemento esencial de la expresión humana. Esta nota da cuenta de sus posibilidades simbólicas.
“Tierra negra” y “Tierra roja”
El antiguo Egipto es una de las culturas que más exploró y valoró las posibilidades expresivas y simbólicas del color. En sus orígenes, antes de que los griegos le llamaran Aygiptos y los hebreos Misraím, fueron ellos quienes usaron el color. Lo reconocieron como Kemi o Kemet o “Tierra Negra” y Desheret o “Tierra Roja”.
Esas denominaciones se emplearon para diferenciar las dos zonas geográficas más importantes que constituían su hábitat. La “Tierra Negra” era la parte norte ocupada por el delta del Nilo y que al recibir una irrigación más abundante, conformaba una franja de tierra cultivable y fértil. La “Tierra Roja”, al sur, también recibía los beneficios de dicho río, pero al estar más lejana, producía condiciones territoriales desérticas e inhóspitas.
Dos reinos, dos colores
De la diferenciación de estas dos áreas territoriales por la coloración de sus tierras, se formaron dos grandes reinos. El Bajo Egipto en la zona norte y el Alto Egipto al sur; estaban en constante pugna por el dominio del Nilo. Nuevamente, ambos reinos se valieron del color para simbolizar su poderío mediante la vestimenta de sus líderes. El Bajo Egipto se identificó cromáticamente con la tiara “Roja” de los “reyes abeja” (con la diosa cobra como tótem protector). El Alto lo hizo, a su vez, con la tiara “Blanca” de los “reyes caña” (bajo la tutoría de la diosa buitre).
Cerca de 3100 a. C., el periodo de confrontaciones cesó con la victoria del Alto Egipto sobre el Bajo Egipto. En consecuencia, ambos reinos se unificaron. El hecho fue gráficamente representado con la integración formal de las dos coronas. Tal alianza significó un esfuerzo conjunto para la domesticación y aprovechamiento sistemático del río Nilo. Porque de él dependía su supervivencia y prosperidad como unidad cultural.
El color y su poder simbólico
Los egipcios emplearon el color para la reproducción visual de las cosas, los recursos y fenómenos que les rodeaban. La tierra, el cielo, el agua, el fuego, la flora, la fauna, entre otros. Luego, mediante la asociación metonímica de “color por objeto”, trasladarían esas experiencias sensoriales al plano de lo espiritual y lo religioso. Así convirtieron el color en el vehículo mágico entre el mundo terrenal y el celestial.
Con el tiempo, los sacerdotes egipcios establecieron un código simbólico del color. El fin era normar su uso y fortalecer su potencial expresivo como portador de las energías vitales descritas en sus diferentes cosmovisiones. Escribas y artesanos (pintores y escultores) debían acatar rigurosamente esta regla, como otras que regulaban la antigua gráfica egipcia. Porque, dada la sacralidad del color, alterarla podría traer consecuencias funestas que irrumpirían en el orden y equilibrio del universo.
Otras civilizaciones posteriores, como la griega y la romana, siempre tendieron hacia el cambio en sus manifestaciones culturales. Sin embargo, el arte del antiguo Egipto sigue ofreciéndonos un sentido profundo de inmortalidad que ha trascendido hasta nosotros.
La paleta básica de colores
La paleta cromática del antiguo Egipto muestra la relación armónica de sus artesanos con el color como apoyo gráfico para la representación gráfica de lo sagrado. Pero también un admirable dominio de la química para aprovechar las distintas tierras, óxidos y minerales. La combinación de éstos con diversos aglutinantes, soportes y sustratos, pero sobre todo por el efecto del fuego, producían una gran variedad de matices y tonalidades con cualidades notables en intensidad y durabilidad. Su gama cromática básica y sus valores y significados es la siguiente:
Rojo, “desher”
Hierro oxidado y ocre rojo. Era utilizado para la representación de ciertos tonos de piel. También simbolizaba al mal, la destrucción (dios Seth), el fuego, la esterilidad, la furia, la vitalidad, la sangre y la energía. Aunque también se observa en escenas de peligro y alerta ante días nefastos.
Azul, “irtiu” y “khesbedi”
Cobre y óxido de nierro con silice y calcio. Uno de los matices más populares ente los egipcios, conocido como “azul egipcio”. Simbolizaba la fertilidad, el nacimiento, la vida, el agua purificada (el Nilo), la existencia nueva y la juventud, lo imperecedero e indestructible. Así como los cielos y la inundación primigenia del mundo. El dios Thot era representado en tonos azules para vincularlo con la sabiduría vivificante del cielo. A menudo las mujeres lo utilizaban en tatuajes y amuletos para protegerse durante el embarazo y el parto.
Amarillo, “khenet/Kenit”
Ócreos y óxidos: mezclas a partir del trisulfuro de arsénico. Este matiz simbolizaba al sol y a la eternidad. Y era utilizado para sustituir al dorado, considerado como el color de la piel de los dioses.
Verde “wadi”
Polvo de malaquita, fuente del cobre. Representaba la bondad, el crecimiento, la vida actual y la resurrección, los campos de cultivo creciente. Era el color del dios Osiris moribundo y, al mismo tiempo, del nuevo cultivo revitalizador. La diosa Hathor también era coloreada con verdes como la Dama del sicomoro, símbolo de la renovación, la transformación y el renacimiento.
Blanco “hedj”/“shesep”
Tiza mezclada con yeso. Usado como aclarante de tonos, el blanco significaba pureza, sacralidad y limpieza. Era común encontrarlo en la vestimenta del sumo sacerdote y sus asistentes.
Negro “kem”
Carbón molido mezclado con agua y los huesos de animales quemados. Se empleaba para simbolizar la muerte, la obscuridad, el inframundo, la vida y la resurrección (“el más allá”); no en sentido negativo, sino originario de nueva vida.
El color en contexto
Como estímulo visual, producto de un proceso complejo de absorción y reflejo de la luz, el color no tiene significados permanentes, únicos ni universales.
A lo largo del tiempo y desde tiempos muy primitivos, cada cultura fue asignándole diferentes valores. Según sus tradiciones, asociaciones, contextos de uso; pero, sobre todo, conforme al mensaje por comunicar. Por ello, para los antiguos egipcios no era lo mismo colorear escenas cotidianas de los faraones y los trabajadores, que las de carácter sagrado representativas de los mitos e historias de sus divinidades. El color jugaba un papel meramente demostrativo de la realidad material de las cosas en las primeras. En las segundas, en cambio, la coloración obedecía estrictamente al código semántico antes descrito.
Entonces, en la expresión gráfica egipcia, el color como signo distintivo también aparecía entre géneros y grupos raciales. De ahí que los varones, al realizar más actividades “al aire libre”, eran ilustrados con marrones. En cambio, los tonos eran pálidos en las mujeres para reflejar que sus labores se desarrollaban mayormente en espacios cerrados. Asimismo, en temas del trato comercial y militar de los egipcios con otros pueblos, además de los rasgos fisiológicos y la indumentaria, el color era determinante para reforzar sus características raciales en cabellera y color de piel.
El azul egipcio
Además de talentosos coloristas, los antiguos egipcios poseían avanzados conocimientos de química la transformación de la materia por los efectos del calor y la fermentación. Al igual que sus contemporáneos mesopotamios, los procedimientos químicos se relacionaban estrechamente con las prácticas mágicas. Sin embargo, este dominio de las ciencias físicas y químicas les permitió diferenciarse como civilizaciones avanzadas, superando su estatus de culturas primitivas.
El famoso “azul egipcio”, también conocido como frita egipcia, fue el primer pigmento sintético en la historia. No puede hallarse en estado natural en yacimiento mineral alguno. Los científicos actuales han logrado comprobar que su composición no fue el resultado del azar ni el producto afortunado de una mezcla aleatoria de materiales.
Más bien, fue un proceso preciso y premeditado, donde el calor tuvo que ser controlado por auténticos expertos. La fórmula exacta se cuantificaba de la siguiente manera: una parte de óxido de calcio, otra de óxido de cobre y cuatro más de cuarzo (sílice). Así obtenían los antiguos egipcios un material azul opaco y quebradizo que transformaban en pigmento, tras macerarlo y machacarlo hasta su pulverización.
El color hoy
Como en los tiempos remotos, el color en su estado físico y pigmentario ayuda a racionalizar el mundo que nos rodea en el plano material. Lo dinamiza al ayudarnos a describir y diferenciar las cosas —incluso, <a href=”http://<!– wp:paragraph –> <p>Ana Gabriel Vázquez Carpizo, “La historia de los colores y la diferencia entre las personas1”, <em>Bitácora UIC, </em>12 de junio de 2019. Disponible en https://www.uic.mx/historia-colores-diferencia-entre-personas/</p>
entre las personas—y nos alerta ante estados y fenómenos. Pero también nos fascina e impacta, y se convierte en un auténtico regalo de la naturaleza.
Para saber más
Licenciatura en Diseño Gráfico, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/diseno-grafico/
Karemm Danel, “¿Por qué estudiar Diseño Gráfico?”, Bitácora UIC, 30 de noviembre de 2020. Disponible en https://www.uic.mx/por-que-estudiar-diseno-grafico/
Ana Gabriel Vázquez Carpizo, “La historia de los colores y la diferencia entre las personas”, Bitácora UIC, 12 de junio de 2019. Disponible en https://www.uic.mx/historia-colores-diferencia-entre-personas/
Karla Flores, “El color como signo”, Bitácora UIC, 6 de enero de 2020. Disponible en https://www.uic.mx/el-color-como-signo/
María Teresa Limón García, “Natural Colour System: un sistema de color basado en la percepción”, Bitácora UIC, 21 de abril de 2018. Disponible en https://www.uic.mx/sistema-de-color/
Karemm Danel, “Conoce las ramas del Diseño Gráfico”, Bitácora UIC, 28 de julio de 2020. Disponible en https://www.uic.mx/conoce-las-ramas-del-diseno-grafico/