El fin de la era de Star Wars

Escrito por: Juan Pablo Brand Barajas

Docente de la Licenciatura en Psicología

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Origen de Star Wars

En 1977, Star Wars: El despertar de la fuerza comenzó, pero no como un fenómeno azaroso y producto de una sola mente genial. Esto es un mito que nos contamos para creer en la posibilidad de un creador genial solitario y soñar que, aislados en una habitación y con nuestras propias ideas, podemos generar la innovación y la transformación.

George Lucas se convirtió en un portavoz de la contracultura durante los sesenta. Nació en 1944 y se graduó de la Universidad del Sur de California en 1967, por lo que fue un joven que se formó en uno de los centros neurales del movimiento contracultural en Estados Unidos, inspirado y orientado por estos principios:

1) El retorno a la naturaleza.

2) El espiritualismo orientalista.

3) El consumo de alucinógenos.

4) El pacifismo.

5) La comuna y la abolición de la propiedad privada.

6) La liberación sexual.

7) Un nuevo sistema económico.

No muy lejos de ahí ni tantos años antes, se graduó el antropólogo Carlos Castaneda en la Universidad de California. En 1968, con la publicación de su libro Las Enseñanzas de Don Juan, inyectó el chamanismo en la juventud norteamericana, incluido al propio Lucas. Abrió las puertas de la percepción a través del consumo de enteógenos, a saber, hongos o preparados vegetales con efectos psicoactivos que conectan con lo sagrado.  

El universo de Star Wars

Envuelto en la atmósfera junguiana de Joseph Campbell, el chamanismo de Carlos Castaneda y la ciencia-ficción de Buck Rogers y Flash Gordon, George Lucas creó el Universo Star Wars.

Con esta influencia a cuestas, el tema central de la saga es nada sorpresivo: el camino del héroe. Como los budas vivientes, los jedi lo son desde el vientre, pero sólo se iluminan y se vuelven guerreros bajo la tutela de otro jedi.

La saga custodiada por Lucas planteaba la muerte del padre —biológico o adoptivo— como el final del entrenamiento jedi. Pareciera que el padre vivo era un obstáculo para alcanzar la budeidad del discípulo y que el maestro sólo era maestro si moría y podía regresar de la muerte.

De héroes y mesías a la ficción

Mi generación creció con esta mitología y mística, que vino a suplir al catolicismo. Luke, como Jesús, nació con un destino manifiesto, es un caminante de los cielos y también es célibe. Pero Luke no pone la otra mejilla, él defiende su causa con un sable de luz que maneja con gran maestría y Jesús, salvo por su arrebato en el Templo, tan sólo utiliza la palabra como arma, lo cual no es tan divertido. Pasamos de cuestionarnos: “¿Padre, por qué me has abandonado?” a pedir: “Padre, abandóname, para que pueda ser yo el héroe”. Es por eso que, al llegar las nuevas series de la saga, ya no custodiadas por George Lucas, nos cuesta trabajo entrelazarlas con la narrativa previa.

Del emperador y Darth Vader, patriarcas tiránicos e inamovibles, transitamos al Mandaloriano y Obi-Wan Kenobi, padrastros suficientemente buenos, quienes pueden cruzar entre la podredumbre de las ciudades y las batallas, protegiendo a un bebé y a una niña. Pasamos a tener una resistencia inicial a cuidarlos, pues ellos han renunciado a la paternidad biológica; se van transformando en figuras paternas empáticas y cariñosas.

Nuevas narrativas

En 2011, según Moisés Naím, el 40% de los gobiernos en el mundo eran autocráticos, cifra que se elevó al 70% en 2021. No dejo de pensar que toda esta emotividad que rodea las narrativas que consumimos en la actualidad, está amplificando nuestros puntos ciegos. Deseamos una humanidad más afectiva, más empática, menos destructiva. Pero mientras nos conmovemos con los gestos tiernos del Mandaloriano y Kenobi, el Emperador y Darth Vader regresan. En una era en la que, supuestamente, se estaba derruyendo el patriarcado, este retorna, el imperio contraataca, y lo hace, ¡ay!, por la vía democrática, en gran parte de los casos.

Descubrir que los “avances” tan sólo se están dando en la clase media con estudios universitarios, puede traer consigo un gran desencanto. Nos muestra que quizá tan sólo hemos renovado la fachada de la casa, pero la cimentación y la estructura es la misma.

Se avecina una crisis inflacionaria, con ella el encarecimiento de los recursos básicos. El propio padre rico, Robert Kiyosaki, está proponiendo invertir en latas de atún y frijoles, al tiempo que suplica el retorno de Trump a la presidencia de Estados Unidos. El salto es grande, de recomendar invertir en activos inmobiliarios a hacerlo en latas de reservas.

De vuelta a la otra narrativa de Star Wars

Al final, el miedo es la puerta de entrada de la tiranía, la pandemia la abrió y la crisis financiera consumará la tarea. Así que nuestra mayor labor ahora es contener el miedo para no perder perspectiva, para tomar decisiones lentas, pero efectivas y no rápidas e impulsivas.

En este escenario pareciera que la crudeza de la serie The Boys es un espejo de nuestra realidad, en contraste con el espejismo que nos ofrecen The Mandalorian y Obi-Wan Kenobi, que, si bien nos exponen a mucha violencia, nos ocultan el terror. 

En fin, quizá necesitamos unas dosis de contracultura, pues no basta con cambiar el uso de las palabras, al final, los seductores utilizan las palabras que queremos escuchar para enredarnos. La educación socioemocional es fundamental, así como los cambios en los roles familiares, sin embargo, no lo tenemos que hacer al costo de perder el pensamiento analítico y crítico.

Es momento de abandonar la galaxia muy, muy, lejana, para vivir en un mundo muy, muy cercano. Star Wars es un vestigio de la segunda mitad del siglo XX, y aunque Harry Potter pudo destronarla, no lo logró, así que la mitología del siglo XXI está por escribirse, así como la madre y el padre de ahora están por constituirse. Mientras esto no suceda, seguirán retornando los patriarcas viejos o los Señores, como los llama mi hijo.

Para saber más

Licenciatura en Psicología, Especialidad en Guionismo de Adaptación, Maestría en Guionismo, Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica, Doctorado en Psicoanálisis, Universidad Intercontinental.

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