La enseñanza de la historia es un elemento del conjunto general de la didáctica. Las discusiones teóricas sobre la historia quedan inmersas en los debates relativos a la didáctica y a la pedagogía, en general.
Sin embargo, es necesario distinguir claramente las disciplinas (entendidas como asignaturas), cuando nos referimos a sus manifestaciones didácticas.
Para el caso de la historia, esto es aún más válido. La didáctica de la historia es la intersección entre dos conjuntos; aunque ello sea evidente, merecen la pena hacerlas explícitas.
Naturaleza de la didáctica
Se entiende por didáctica la disciplina encargada de los procedimientos teórico-metodológicos de la enseñanza y del aprendizaje. En éstos, echa mano de elementos de otras disciplinas afines, como la pedagogía y la psicología.
Si bien la didáctica parecer poseer un carácter enteramente teórico, autores como Díaz Barriga le confieren una tridimensionalidad imposible de obviar al intentar definirla.
Además del teórico, los elementos que conforman el ethos de la didáctica desde esta perspectiva son historia y política, en tanto que responde a un proyecto social determinado y definido, pero no atemporal.
Más bien, se circunscribe a un marco determinado, y que a su vez enfrenta problemáticas y circunstancias históricas particulares. Es decir, la didáctica se articula desde estos tres vértices y en función de cada uno de ellos.
La enseñanza de la historia
Así, parece evidente que la problematización de la enseñanza de la historia con estas dimensiones no se limite sólo a las formas y prácticas de la enseñanza, sino que se extienda, y el debate se amplíe hacia los contenidos.
Es decir, que los contenidos no sólo sean temarios, sino como planes de estudio que contemplen la participación interdisciplinar de profesores, pedagogos e historiadores, para su creación, evaluación y, necesariamente, su instrumentación.
El papel del currículum
Un concepto que englobe estas categorías es el currículum, entendido como los contenidos que deben enseñarse/aprenderse, al mismo tiempo que las técnicas empleadas para este fin. Quizá ésta sea la definición más aproximada a la manera de entender el currículum en México.
Pero las definiciones de distintas escuelas hacen nebuloso el concepto, pues se redefine dependiendo del contexto. No sólo desde las distintas escuelas, sino desde las diferentes tradiciones pedagógicas.
Díaz Barriga define al currículum en función de la utilidad que se le da en la praxis.
De forma similar, si entendemos el currículum como la forma de impartir ciertos contenidos discriminados de antemano por esa propia acción curricular, el historiador necesariamente tendría que ser partícipe de esa actividad logística, en tanto que la cohesión del conocimiento histórico contempla forma y fondo.
Así pues, el currículum en su relación con la didáctica de la historia debería entenderse con las mismas dimensiones que ésta, es decir política y social además de teórica.
Porque la sola concepción del currículum alberga en su seno una forma particular de entender, percibir y usar a la historia.
Diálogo entre el historiador y los contenidos
En ese sentido, tendría que haber un diálogo entre el historiador y los contenidos, que, en su condición de currículum, tendrían que subordinarse a las condiciones históricas y políticas que dicten los docentes, no viceversa.
Quizá la cuestión más importante a propósito de la discusión sobre el currículum sea la discusión en sí misma.
Esto es importante y significativo para el caso de la historia, pues el currículum (en su sentido amplio) determina no sólo una visión particular de hacer/entender la historia, sino, además, la utilidad, relevancia y significación que pueda obtenerse de ella.
Para Díaz Barriga, no es posible ni sensato (en los propios términos de la didáctica, y mucho más en los de la historia) llegar a un único acuerdo atemporal sobre los contenidos del currículum.
Porque la discusión sobre los contenidos debe estar reformulándose constantemente, no sólo por el paso apresurado de los cambios históricos, sociales, políticos, tecnológicos.
Así, la enseñanza de la historia debería formar parte medular del cúmulo de conocimientos que comprende la disciplina de la historia, lo cual debería reflejarse en la formación de los historiadores.
Así y en conjunto con la didáctica y la pedagogía (como forma de estudio y reflexión del currículum), deberían formar parte del cúmulo de conocimientos de la disciplina histórica (en realidad, casi de cualquier ciencia y disciplina).
El historiador como docente
En el caso de la historia, resulta muy evidente. El historiador se convierte de alguna manera en docente, pero el entendimiento, adquirido como didacta y como curricularista, le dará un mayor entendimiento sobre su labor como profesor. Labor que, dicho sea de paso, puede convertirse en la construcción, evaluación de planes de estudio.
De tal suerte que las nociones didácticas y pedagógicas tendrían que estar completamente interrelacionadas con los contenidos disciplinares históricos, en tanto que poseen varias dimensiones fuera del conocimiento abstracto.
En conclusión, para fines de las discusiones teórico-metodológicas con respecto de las diferentes didácticas, conviene entender y conceptualizar el currículum, distinguiéndolo, por ejemplo, del de didáctica.
Pero en la praxis docente, estos dos elementos se encuentran estrechamente relacionados como para pretender analizarlos por separado.
Esto es así, en concreto, para el caso de la historia, donde los contenidos trazan una ruta ideológica y conceptual sobre la disciplina, al mismo tiempo que esa ideología individual puede reflejarse en los contenidos.
Justo por esta naturaleza interpretativa de la disciplina deben contemplarse todas las dimensiones y vértices de su enseñanza.
No para enseñar una única historia, con un único método, sino, por el contrario, respondiendo a las necesidades sociales y a las preocupaciones de los lugares específicos donde se impartan esos contenidos.
La interdisciplinariedad, indispensable
No obstante, es indispensable que los proyectos curriculares se trabajen desde todas sus facetas (creación, evaluación, implementación, instrumentalización) por un equipo interdisciplinario de expertos —historiadores, en este caso—, pedagogos, didactas, psicólogos.
No menos importante por los propios docentes que están familiarizados con la realidad económico-social y política del sitio donde laboran, haciéndolos más sensibles y conscientes de las necesidades, en tanto que prácticas y contenidos.
Para saber más
Licenciatura en Pedagogía, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-de-la-salud/pedagogia/
Licenciatura en Psicología, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-de-la-salud/psicologia/