Desde que Alfonso X, el Sabio, fundó su prestigiosa Escuela de Traductores de Toledo a finales del siglo XIII, quedó clara la diferencia entre un traductor profesional, con conocimientos tanto teóricos, como prácticos, y una formación profesional sólida, y alguien que por el sólo hecho de hablar dos lenguas cree que puede ser traductor o intérprete.
Uno pensaría que, hoy en día, más de siete siglos después, la profesionalización de la traducción debería ser un hecho, tal como se da por sentado que un médico sólo puede atender enfermos tras haber cursado la carrera de medicina.
Sin embargo, éste no es el caso. En países como México es muy común que personas con conocimientos de dos lenguas (su lengua materna y alguna lengua extranjera) presten servicios de “traductor” a pesar de no tener el entrenamiento necesario, ninguna base teórica ni de traductología, ni cursos profesionales.
Esto ha dado como resultado una inconsistencia en la calidad de las traducciones que los distintos medios —impresos, virtuales o audiovisuales— ofrecen a un público completamente inmerso en la globalización, tal es el caso del público mexicano contemporáneo, al menos en zonas urbanas.
Dicha inconsistencia tiene graves consecuencias, tanto en los contenidos mal o pobremente traducidos, como en la relación oferta/demanda, ya que los llamados “traductores” no profesionales cobran mucho más barato que un traductor profesional y como los clientes no siempre saben apreciar la importancia de contar con traducciones profesionales, con frecuencia se dejan llevar por la oferta más baja, la que les deje mejores ganancias.
¿Cómo podemos combatir esto? En principio, haciendo lo que Alfonso X en la España medieval: formar y reunir bajo el ala de una institución sólida a los mejores traductores, los cuales lleven consigo el prestigio de su escuela, así como la excelente calidad de sus traducciones.
Esto marcaría la diferencia entre textos traducidos profesionalmente y las chapucerías que ofrecen los “traductores” no profesionales. En este sentido, la experiencia de la Escuela de Traductores de Toledo nos enseña que, poco a poco, los clientes aprendieron la diferencia entre ambos trabajos y prefirieron los servicios profesionales.
Si trasladamos la experiencia de los toledanos a nuestro México contemporáneo, veremos que nunca antes fue tan necesario como en nuestro mundo actual el trabajo de traductores profesionales.
En efecto, el único modo de contrarrestar, por un lado, la competencia desleal de gente sin preparación y, por otro, la falta de conocimiento de los clientes, es ofrecer servicios de traducción profesionales y de altísima calidad, avalados por una formación universitaria de primer nivel.
Tal es el desafío de la Licenciatura en Traducción, Interpretación y Localización en la Universidad Intercontinental: convertirnos, por medio de planes y programas de estudio innovadores, a la par de una poderosa convocatoria para organizar charlas, seminarios y congresos de traductores e intérpretes profesionales, en la nueva Escuela de Traductores, mexicana, vanguardista y con un objetivo muy claro, ser el modelo a seguir en cuanto a traducción profesional se refiere.
Para saber más
Licenciatura en Traducción, Localización e Interpretación, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/licenciaturas/division-ciencias-sociales/traduccion-localizacion-interpretacion/
Diplomado en Traducción Especializada, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/traduccion/diplomado-en-traduccion-especializada-e-interpretacion-profesional/
Lenguas Extranjeras, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/lenguas-extranjeras/
Liliana Hernández, Dónde trabajar: traducción, localización e interpretación, Universidad Intercontinental. Disponible en https://www.uic.mx/traduccion-localizacion-interpretacion/