Comenzaremos tratando de responder las siguientes interrogantes desde una perspectiva académico-profesional para entender la crítica a la traducción: ¿qué es la crítica? –en particular, la crítica a la traducción–, ¿cómo se hace?, ¿quién es el crítico?, ¿dónde y para quién trabaja el crítico?
Hemos escuchado que, en cuanto se habla de crítica, nos viene a la mente la crítica literaria, los hombres de letras, los intelectuales, el diletante, el mediador o intermediario, el juez sensible e inteligente y, por qué no, los de La dichosa palabra. La crítica, deleitoso ejercicio del gusto y la razón, comenzó a generarse cuando se inventaron los cafés en la Inglaterra dieciochera. Ahí, se reunían diferentes personalidades (políticos, intelectuales, burgueses, escritores) con el fin de criticar lo que Eagleton (1999) llamara “La esfera pública” en su ensayo La función de la crítica, traducido por Fernando Inglés Bonilla; es decir la cultura, la política, las letras, la alta burguesía, la realeza, los usos y costumbres del pueblo de ese entonces. Por lo tanto, el crítico opinaba de todo, en un radio considerable, incluyendo la forma de vestir y hablar de los ingleses.
En efecto, desde hace no menos de dos décadas, se habla de “crítica de la traducción o de las traducciones”, que nos hace pensar de inmediato en el error, en la traducción buena contra la mala, en la descalificación (recordemos las críticas hechas a las traducciones de la Biblia. Por ejemplo, La Vulgata de San Jerónimo, la alemana de Lutero o incluso la francesa de Lefèvre d’Étaples). Hoy en día, ¿qué es la crítica?: va más allá de lo moral o espiritual ya que su esencia es positiva y productiva, sino no es crítica, es un juicio personal.
Es así como la debemos ver en los talleres de traducción, pues criticar equivale a evaluar de manera positiva, a valorar las traducciones de nuestros aprendices de traductores, a exponer con claridad nuestros argumentos, a reflexionar en torno del proceso traductor, a dar un punto de vista objetivo y a comentar un problema en particular. En suma, cambiar la mirada del otro; ser la diferencia.
Por lo tanto, la crítica de la traducción o de las traducciones puede hacerse desde diversos métodos según sea el caso. Veamos, entonces, un panorama general de éstos:
La retroversión: traducir de nuevo a la lengua fuente o de origen desde la lengua meta o terminal. Es otras palabras es una retraducción.
Prueba cognitiva: se solicita a una persona que conteste preguntas sobre el texto en lengua fuente y se hace lo mismo a otra sobre el texto en lengua meta. Luego, se comparan los resultados.
Crítica o análisis de traducciones según Peter Newmark, Jean Delisle, Antoine Berman y Katharina Reiss: ésta sirve para mejorar la calidad de las traducciones y obtener traducciones positivas, productivas contra traducciones negativas, inconsistentes. Ofrece una lección práctica para el traductor, arroja luz sobre las ideas acerca de la traducción en distintas épocas y autores, y ayuda a interpretar a autores o textos de singular importancia.
En primer lugar, Newmark (1988: 181-182) establece una serie de procedimientos para hacer una crítica: analizar la intención del autor y la función lingüística predominante, hacer una comparación detallada entre las dos lenguas, establecer la impresión global entre ambas lenguas, juzgar el valor de la traducción de manera global.
Esta crítica no es plenamente objetiva, pero tiene elementos formativos para el aprendiz de traductor. Así, la subjetividad depende de los valores del crítico, de los criterios de selección del método ya que queda al libre albedrío del traductor. La evaluación debe hacerse sobre el método elegido y no otro.
En segundo lugar, Delisle (2001) plantea una serie de parámetros y reflexiones basados en la Poétique du traduire d’Henri Meschonnic para hacer una crítica-evaluación de las traducciones.
- El método es necesario tanto para el pedagogo como para el historiador.
- Demuestra que la evaluación de los textos literarios no puede hacerse sólo mediante principios y reglas de los traductores y teóricos, ni tampoco por medio del análisis filológico, ni la lingüística contrastiva.
- La crítica de la obra traducida debe basarse en la historicidad de la obra original; es decir, si la traducción ha inventado, creado su propia poética y soluciones del discurso. Si eso no se produce, la traducción sólo conseguiría una literalidad y poética y no produciría un texto sino un no-texto.
Según este autor franco-canadiense, evaluar las traducciones exige un enfoque teórico tripartita: una teoría del lenguaje, una teoría de la literatura y una teoría social.
Por su parte, Berman (1995), antes de morir, escribió en el hospital su última obra: Pour une critique des traductions: John Donne, donde analiza la elegía XIX Going to bed de este poeta inglés y lo confronta a tres traducciones diferentes (Yves Denis, Philippe de Rothchild y una última hecha por Octavio Paz). En tal ensayo, propone y esboza su método para hacer crítica de las traducciones, sobre todo literarias, el cual consta de seis elementos:
- Lectura y relectura de la traducción: no debe hacerse un juicio; uno debe comprometerse a efectuar un trabajo paciente y largo, dejando de lado el original. Hay una conversión de la mirada.
- Lecturas del original: son lecturas colaterales de otras obras del autor, de otras traducciones del traductor, lecturas críticas, informativas, etcétera.
- Búsqueda del traductor (aller au traducteur): ¿quién es?, ¿qué hace?, ¿de qué nacionalidad es?, ¿qué otra cosa ha traducido? Consiste en buscar información biográfica, psicológica o existencial.
- La posición traductora: postura desde el discurso político, histórico, social, literario, ideológico de la traducción.
- Proyecto de traducción: modo, forma con o sin paratextos (introducción, prefacio, epígrafes, índice, traducción bilingüe).
- El horizonte del traductor: conjunto de elementos que determinan “el sentir”, “el actuar” y “el pensar de un traductor” (parámetros lingüísticos, literarios, culturales, históricos).
No obstante, Reiss nos previene sobre los límites que existen en este análisis de las traducciones. Primeramente, nos habla de los límites objetivos que deben: respetar la tipología de textos, los elementos intralingüísticos (lexicales, semánticos –equivalentes óptimos en unidades de sentido o de traducción–, estilísticos, gramaticales), los determinantes extralingüísticos (contexto, situación: tiempo, lugar, receptor, sujeto hablante, implicaciones de tipo afectivo) y la categoría funcional que mide la calidad de la traducción o de una adaptación.
En segundo lugar, nos explica cuáles son los límites subjetivos: a) El origen del traductor: la traducción será diferente si el traductor es, por ejemplo, latinoamericano, mexicano, del sur, del norte, del centro, de Oaxaca (con un componente político); b) el nivel de cultura; c) el sentido de la lengua; d) la sensibilidad estilística, e) el tipo de textos: el margen varia sea el tipo y género de textos.
Sus efectos humorísticos se logran gracias al choque entre situaciones contemporáneas, cotidianas, hasta vulgares y el léxico clásico, altisonante y distante. No se reflejan estos efectos al no atreverse a usar un humor negro en español –o incluso juegos de palabras–, ni siquiera se atreve a romper esa formalidad de la lengua francesa y deja de lado el humor, importante en la obra. Además no respeta la repetición, los paralelismos, a lo largo de la novela. Opta más bien por la variedad en español lo que crea otro tipo de efecto, ni insistente ni mordaz como el de la autora.
En este taller de Crítica a la traducción, no se pretendió juzgar y llevar a la hoguera al traductor, sino mostrar una vía más para la crítica a la traducción.
Una perspectiva más de la crítica de la traducción es la aplicación de la teoría de la argumentación a la evaluación de la calidad de la traducción propuesta por Williams (2001). El autor afirma que existe una norma con nivel de tolerancia a cualquier tipo de textos, análisis de todo el texto (cuantitativo y cualitativo), definición de los errores graves con relación a los no tan graves, reproducción de la estructura argumentativa del texto fuente para cumplir con los criterios mínimos de adecuación.
A modo de conclusión, la crítica a la traducción o evaluación, como nosotros la llamamos, debe ser pertinente y objetiva, cualquiera que sea el método que se utilice; debe generar un consenso ético y no un juicio. La obra tiene que seguir viva a nivel discursivo; debe conservar su historicidad para seguir siendo leída, como dice Henri Meschonnic. El docente-evaluador tiene la función de salvaguardar la calidad de la traducción y ver que se respete la integridad cultural de las dos lenguas.
Referencias bibliográficas
Berman, A. (1995). Pour une critique des traductions: John Donne, París: Gallimard.
Behiels, L. (s/f). Amélie Nothomb en español: ¿traducción o neutralización? Recuperado de: https://lirias.kuleuven.be/bitstream/123456789/253548/1/Am%C3%A9lie+Nothomb+en+espa%C3%B1ol.pdf
Delisle, J. (2001). L’évaluation des traductions par l’historien, Meta 46 (2), 209-226. Recuperado de: https://www.erudit.org/fr/revues/meta/2001-v46-n2-meta159/002514ar.pdf
Eagleton, T. (1999). La función de la crítica, Madrid: Paidos Ibérica.
House, J. (1997). Translation Quality Assessement. A Model Revisited. Tübingen: Gunter Narr Verlag Tübingen.
Newmark, P. (1988). Approaches to Translation. Nueva York: Prentice Hall.
Reiss. K. (2002). La critique des traductions. Ses possibilités et ses limites. Catégories et critères pour une évaluation pertinente des traductions. Arras: Artois Presses Université.
Nothomb, A. (1999). Stupeur et tremblements. París: Albin Michel.
——– (2000). Estupor y temblores. Barcelona: Anagrama.
Williams, M. (2001). Translation Quality Assessement: An Argumentation Centred Approach. Ottawa: University of Ottawa Press.
Autor: Luis Raúl Fernández Acosta, director académico de la Licenciatura en Traducción de la División de Ciencias Sociales