Del 17 al 22 de diciembre de 2018, la Coordinación de Pastoral UIC efectuó las misiones de Adviento para estudiantes de Bachillerato atendiendo por segunda vez algunas comunidades de Nuestra Parroquia de la Purísima, ubicada en Cardonal, Hidalgo.
En esta ocasión, los alumnos de bachillerato tuvieron la oportunidad de compartir la fe con nuestros hermanos de la sierra, gente humilde y sencilla, rica en cultura y tradiciones.
Cabe mencionar que el programa de misiones es uno de los más antiguos en la Coordinación de Pastoral, ya que promueve y consolida los Principios Rectores de Inspiración Cristiana y Orientación Social de nuestra institución, a la vez que coadyuva en la formación integral de los estudiantes, brindándoles un panorama más amplio de la realidad sociocultural de nuestro país y los orienta hacia la búsqueda del bien común.
La estudiante Marcela Ruiz Torres López, de primer semestre del turno vespertino del bachillerato, comparte lo siguiente: “Aunque prefería no esperar nada, claramente después de bajar de la camioneta que nos llevó a la comunidad y dirigirme al espacio en donde viviría las misiones, empecé a hacerme preguntas e ideas de qué era lo que esperaba, qué pasaría, qué era lo que quería vivir con esta experiencia, con muchos nervios, claro, y extrañando, sobre todo, personas o cosas que, en su momento tienes y no valoras [sic]; vas conociendo a la gente de la comunidad y ellos te van haciendo un espacio sus vidas [sic] y es algo que a veces no comprendemos por qué sucede, pero el simple hecho de por unos momentos pensar que estás haciendo feliz a alguien, te llena por completo [sic], al final de la experiencia, cuando te despides de los increíbles paisajes que encuentras o de las noches estrelladas [sic], pero, sobre todo, de las increíbles personas, me doy cuenta de que extrañaré eso, y en lo único que puedo pensar es en regresar. Es una experiencia única, que sirve para aprender, para extrañar, para valorar, es un sentimiento que me llena de energía. No lo niego, extraño levantarme y que lo primero que vea sea el hermoso paisaje de Potrero. Sin duda, espero regresar muy pronto”.
“La experiencia más bonita e inolvidable misión fue la vez que estuve en la comunidad de Barrio Tixqui. Fue en ese lugar en donde sucedió algo inesperado e increíble: había una persona de avanzada edad que no podía salir de casa y nos pidió que le fuéramos a dar la comunión y, al llegar al lugar, me dijo que si podía ser yo quien le diera la comunión. Sentí cómo un escalofrío recorría mi cuerpo y, después, lo único que pude sentir es cómo la señora estaba ansiosa por recibir la comunión. Pero hacía falta alguien que le pudiera llevar la comunión. Ese momento quedó y quedará marcado en mi vida, pues, como esa persona hay muchas que nos esperan para que compartamos momentos como el de la comunión. Cada persona tiene una forma de vivir la misión y ésta es la mía. Si sientes curiosidad te invito a que te animes a ir, porque siempre hay alguien que espera tu llegada en cada una de las comunidades”.