El proyecto Misión Internacional Kenia lo podemos comparar con un viaje: un viaje es aquel que se vive tres veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos. La misión, así como el viaje, la soñamos desde el momento mismo en que conocimos la convocatoria y decidimos implicarnos en el proyecto. La preparación poco a poco nos iba envolviendo en ese dulce sueño.
Cuando llegamos a Nairobi, el pasado 23 de mayo, despertamos a la realidad y comenzamos a vivir la misión. Debemos confesar que lo que soñamos ha sido superado por la realidad. Realmente teníamos ideas muy diferentes sobre la cultura, costumbres lengua y religión de este pueblo.
La primera gran sorpresa fue cuando, ya próximos a llegar a la parroquia de Lenkisem, muchos de los animales que de niños solo habíamos visto en los zoológicos (jirafas, cebras, elefantes, gacelas, avestruces, búfalos, e incluso una chita) nos recibieron en su hábitat cruzando o flanqueando el camino.
La sorpresa fue mayor cuando al día siguiente, acompañando a los Misioneros de Guadalupe, fuimos a visitar a algunos de los clanes masái y nos recibieron con cantos y danzas, signos palpables de alegría e identidad masái. Estos fueron los dos principales hechos que nos hicieron darnos cuenta de que estábamos en África.
Ahora, conforme pasan los días, nos vamos adentrando en el conocimiento de las culturas masái y swahili. Nos agradó el hecho de que los ancianos del pueblo, como un signo de aceptación, nos han dado un nombre en masái: Daniela es Namunyak (Bendición), Enrique es Oloningo (Hombre famoso) y yo, Longishu (Riqueza).
En estas casi dos semanas, además de visitar escuelas, hospitales y Bomas (casa en masái), hemos estado participando activamente en la pastoral y las celebraciones eucarísticas. Como un regalo extraordinario que nos facilita la vivencia de la fe y una mayor experiencia de Dios han sido los momentos de la misa, en donde todo es canto, danza y devoción.
Aunque esta primera experiencia en la misión está llena de extraordinarias experiencias, también es cierto que humanamente ha sido complicado, sobre todo el adaptarse a un cambio horario de 9 horas, el dejar comodidades, la escuela, familia y amigos.
Una barrera muy grande para nosotros ha sido la lengua, pues, aunque nos comunicamos en inglés ellos hablan más su idioma madre, en este caso el kimasai y/o el kiswhaili; obvio, no nos quedamos atrás y cada día vamos aprendiendo palabras nuevas para que, al final de la misión, sepamos decir frases significativas.
Hoy, Dios nos da la oportunidad de conocer un país africano, rico en cultura, con calidez humana y con una fe viva y profunda, que nos sumerge en una experiencia religiosa, transformadora de nuestra visión del mundo e inspiradora para un nuevo estilo de vida y una nueva vivencia de fe.
Ninamshukuru Mungu kwa kupata hii nafasi ya kuwa hapa Kenya (Agradecemos a Dios por darnos la oportunidad de estar en Kenia).