La migración es un fenómeno tan viejo como la humanidad misma. De hecho, el acto revolucionario fue el sedentarismo. ¿Por qué, entonces, nos alarma tanto el fenómeno que en los últimos años —especialmente después de la pandemia– vemos en casi cualquier rincón de la Ciudad de México? Es indispensable entender qué es lo que está sucediendo para construir soluciones pertinentes a las necesidades sociales, porque migrantes y locales formamos una misma sociedad que, a la vez, no es ajena a sus sociedades de origen.
La migración es un fenómeno que tiene muchos componentes y matices, causas y consecuencias. Si bien no podemos profundizar y tocar todos los temas de forma minuciosa, sí abordaremos el fenómeno someramente y sujeto a nuestro contexto específico. En pocas palabras: distinguir tipos de migración y hacer conciencia sobre sus determinantes y efectos.
Quizá la migración más visible es la de dos pueblos hermanos en concreto: los venezolanos y los haitianos. Venezuela ha estado sometida a un régimen dictatorial por más de veinte años que, más allá de cortar las libertades civiles, ha creado un sistema económico que beneficia a contados individuos y somete a condiciones inhumanas a la mayoría de su población. Nuestros hermanos se han visto forzados a salir de Venezuela en busca de mejores oportunidades económicas en otros países.
De acuerdo con la Plataforma Interinstitucional de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, hasta el 30 de noviembre de 2023, más de 7.7 millones de venezolanos han emigrado del país.[1] Aunque los países receptores somos muchos, en algunos estados de América Latina se ha concentrado un mayor número de migrantes y refugiados venezolanos, siendo Colombia y Perú los que más han acogido a esta población, con cerca de 2.9 y 1.5 millones de migrantes y refugiados, respectivamente. Después de estos siguen Brasil (510 500), Ecuador (474 945) y Chile (444 423). Hasta noviembre de 2023, México registra cerca de 113 108, lo cual lo coloca como el octavo país en acoger más migrantes y refugiados entre las naciones latinoamericanas y el décimo a nivel mundial.[2] La población venezolana en México procede de todos los estratos sociales, de tal modo que igual encontramos profesionistas integrados regularmente a la economía, empresarios decididos a radicar en México, que familias enteras pernoctando en estaciones de autobuses en camino al vecino país del norte, ofreciendo nada más que su fuerza laboral.
Haití es un ejemplo clásico de un Estado fallido. La gestión pública nunca logró ofrecer las seguridades y garantías mínimas de salud, educación y protección a la integridad física; la economía nunca se formalizó de manera que los esfuerzos productivos fueran fructíferos; la violencia de y entre diferentes actores —gobierno, grupos paramilitares, organizaciones delictivas, entre otros—a la que su población es sometida en forma constante, así como la inseguridad alimentaria, hacen que no existan condiciones mínimas de supervivencia para la mayoría de la población. En Haití, la violencia se ha conjugado con una serie de desastres naturales que han dado lugar a un éxodo masivo de sus habitantes. Entre los desastres se incluyen los terremotos de 2010 y 2021, así como los efectos devastadores del huracán Matthew en 2016 y la tormenta tropical Grace en 2021. La entropía sociopolítica se vio exacerbada por el asesinato del entonces presidente Jovenel Moïse en julio de 2021, y la subsecuente toma del Estado por bandas criminales, hundiendo al país en una espiral de circunstancias aún peores a las que ya de por sí enfrentaban. Se estima que en México hay cerca de 110 000 migrantes haitianos[3] de los cuales más de 44 200 solicitaron la condición de refugiado en México sólo en 2023.[4] En su paso por nuestro país, un gran número han sido víctimas de delito, maltrato, discriminación y racismo. En muchas ocasiones, su color de piel y lengua distinta a la nuestra (el criollo haitiano kreyòl ayisyen) son un impedimento para acceder a servicios básicos como vivienda, inclusión escolar y trámites migratorios.
En segundo lugar, y un poco más integrados a la sociedad mexicana tanto por características fenotípicas como lingüísticas, están los nicaragüenses y los salvadoreños. Nicaragua, al igual que Venezuela, padece una dictadura que, si bien no ha destruido proporcionalmente la economía como el régimen caraqueño, sí ha omitido derechos civiles fundamentales e incluso ha perpetrado matanzas de civiles ejerciendo su derecho a la libre expresión y manifestación, además de extender un brazo militar de represión política ante cualquier intento de democratización, así sean elementos como la atención a los más necesitados que ofrecían las Misioneras de la Caridad y autoridades eclesiales como monseñor Rolando Álvarez y monseñor Isidoro Mora, encarcelados por ofrecer una voz de consuelo al pueblo reprimido. De acuerdo con el Instituto Nacional de Migración, a inicios de 2023, casi 20 000 nicaragüenses obtuvieron documentos migratorios para regularizar su estancia en México por razones humanitarias.[5]
El Salvador está asediado por la violencia que ejercen las comúnmente conocidas maras —organizaciones ultraviolentas de pandilleros y sicarios que obedecen intereses particulares— que trasgreden las actividades económicas y amenazan la integridad física y patrimonial de los ciudadanos, quienes tienen que huir del conflicto en un acto desesperado para sobrevivir. Se estima que hay cerca de 6 580 inmigrantes salvadoreños en México, de los cuales la mayoría se localiza en los estados fronterizos de Chiapas y Baja California.[6] Sólo en 2023, el ACNUR registró más de 6 100 solicitudes de asilo de salvadoreños en nuestro país.[7]
Tanto inmigrantes nicaragüenses como salvadoreños suelen organizarse en caravanas que atraen la atención de organizaciones humanitarias, organismos internacionales y medios de comunicación, además de emplear canales clandestinos de alta peligrosidad en su andar que, por lo general, tiene por destino final los Estados Unidos o Canadá.
Un grupo muy importante que no necesariamente tenemos contemplado dentro de los fenómenos anteriormente descritos, pero que como migrantes están teniendo un impacto muy grande en particular en la dinámica de la Ciudad de México, son los migrantes estadunidenses que llegaron librando restricciones sanitarias durante la pandemia, pero que terminaron quedándose por las facilidades que ofrece el trabajo a distancia y los costos de vida comparativamente bajos. Además de que, en muchos casos, no se ha logrado crear un esquema que regularice su situación migratoria y fiscal. Incluso reconociendo que la derrama económica beneficia a ciertos sectores, en muchos casos trae como consecuencia negativa la gentrificación.
Finalmente, no debemos olvidar que la migración no precisamente es internacional y, así como existen icónicos casos de éxito de personas que cambian su lugar de residencia tras recibir ofertas laborales o que aprovechan distintas oportunidades educativas, también hay desplazados internos que huyen de la violencia en sus lugares de origen, poblaciones vulnerables que no encuentran el cuidado adecuado de su salud donde radican, y víctimas de desastres naturales, entre otros.
Vale la pena preguntarse si los supuestos problemas que acarrea consigo la migración son resultado de gente ofertando su capacidad productiva más allá de las fronteras que el hombre ha creado de manera casi ficticia, o si son consecuencia de propietarios de capital abusando la vulnerabilidad de ciertos grupos para explotar esa capacidad a costa de la precarización del valor real del trabajo, tanto local como extranjero, violando derechos laborales y humanos básicos; y de administraciones públicas fallando en convertir esa productividad en bienes y servicios suficientes para todos, con independencia de la condición migratoria.
Más allá de un sentido deontológico, la mejor respuesta que pragmáticamente podemos adoptar es la de fomentar políticas, mercados, y una cultura de integración para y entre todos. La decisión de permanecer o continuar el viaje depende de nadie más que del sujeto quien la toma en libertad. Por lo tanto, el enfoque de la respuesta correcta es, desde luego, flexible, adaptable, y resiliente. Es importante despojar a los migrantes de su condición de vulnerabilidad, para que no sean extorsionadores quienes los despojen de los pocos recursos que puedan tener y, sobre todo, de su dignidad. Desde una perspectiva católica, es un acto de misericordia llamado a acoger al extranjero.
Para concluir por ahora, no hemos de olvidar la cantidad de menores no acompañados que provienen de casi todos los escenarios anteriores, y de la multiplicidad de peligros que a lo largo del viaje encuentran tanto chicos como grandes. Cual sea la causa de la migración —económica, política, sistémica, conflicto, climática, o cualquier otra—, ofrecer una respuesta no está solo en manos de unos cuantos, sino de toda la sociedad en general, pues es un fenómeno que nos atañe a todos en tanto somos comunidad.
Imagen: <a href=”https://www.freepik.es/foto-gratis/zapatos-senderismo-accion-sendero-montana-desierto_4351633.htm#query=migrantes&position=0&from_view=search&track=sph&uuid=b29850fe-1d46-439d-8e29-1caf7940b001″>Imagen de jcomp</a> en Freepik
[1] R4V. Refugees and Migrants from Venezuela. Disponible en: https://www.r4v.info/en/refugeeandmigrants
[2] R4V. Refugees and Migrants from Venezuela. Disponible en: https://www.r4v.info/en/refugeeandmigrants
[3] E.M. Bravo, “En México hay unos 110 mil haitianos; 45 mil en CDMX”, en La Jornada, 6 de enero de 2024, disponible en: https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/01/06/capital/en-mexico-hay-unos-110-mil-haitianos-45-mil-en-cdmx-4415
[4] ACNUR, Informe operacional, diciembre de 2023, disponible en: https://www.acnur.org/mx/sites/es-mx/files/2024-01/ESP%20Informe%20Operacional%20ACNUR%20México%20Julio-Diciembre%202023.pdf
[5] El Universal, “Casi 20,000 nicaragüenses viven legalmente en México, informa el INM”, 22 de febrero de 2023, disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/casi-20-mil-nicaraguenses-viven-legalmente-en-mexico-informa-el-inm/
[6] Secretaría de Economía, “Data México”, disponible en: https://www.economia.gob.mx/datamexico/es/profile/country/el-salvador-slv.
[7] ACNUR, Informe operacional, diciembre de 2023, disponible en: https://www.acnur.org/mx/sites/es-mx/files/2024-01/ESP%20Informe%20Operacional%20ACNUR%20México%20Julio-Diciembre%202023.pdf