Una de las figuras retóricas con las cuales se cuenta en el español, como también sucede en muchos idiomas, es el oxímoron. En ella se juntan conceptos de significado opuesto para crear una nueva acepción que supera a ambos. Por lo general, es utilizada para expresar situaciones, realidades o sentimientos que sobrepasan la comprensión en un solo concepto. Así, por ejemplo, la vivencia de los místicos; pero, mucho más humano y terreno, en la experiencia del amor. Expresiones compuestas en oxímoron se entrelazan, una y otra vez, en poemas y canciones de los enamorados.
La actual situación de aislamiento a la cual se han visto conducidos los habitantes de México por la pandemia del SARS-CoV-2 ha provocado que mucho de lo que se siente y se experimenta se deba expresar por medio de oxímoron, pues no es fácil manifestar lo que ocurre en la mente de las personas, por ejemplo, cuando se está a la espera de nuevas informaciones sobre el número de infectados, de hospitalizados y de fallecidos. Entre reporte y reporte, se vive una “tensa calma”. O qué decir de las “vacaciones forzadas” a las cuales se ven ya inducidas muchas personas que han debido dejar sus fuentes de trabajo.
En fin, los ejemplos pudieran multiplicarse para expresar lo que sucede en la mente y el ánimo de la población mexicana. Pero, también, es oportuno tratar de encarar la situación con una perspectiva liberadora. Es verdad que la pandemia ha sumido a todos en un estado no previsto; sin embargo, es verdad que mucho depende de la óptica que se le pueda descubrir.
En la novela de Mark Twain, Las aventuras de Tom Sawyer, Tom ha sido castigado por su tía a pintar la reja de la casa. En lugar de regodearse en su dolor, consigue que sus compañeros de travesuras lo vean tan feliz de realizar el trabajo, porque cada vez debe vencer su propia marca en el número de tablones que pinta en la misma cantidad de tiempo, que le ayudan gustosos, sin siquiera darse cuenta de que se trata de un castigo impuesto.
Ello abre el campo para poder proponer la siguiente dinámica que será muy útil en la extendida jornada nacional de sana distancia: encontrar una forma de traducir la situación actual en palabras que logren disminuir la ansiedad, el nervio, el miedo o elementos negativos de aislamiento al que todos lo mexicanos se han visto compelidos a vivir. ¿Qué digo? ¿Aislamiento? Digamos, mejor aún, al encuentro con uno mismo al que hemos sido compelidos a vivir. La situación es la misma, el modo de referirnos a ella aumenta o baja la tensión.
¿Se deben tomar ahora clases a través de la fría e impersonal red de tecnologías de la información? o ¿tenemos ocasión de descubrir las áreas de oportunidad en las implicaciones en el uso de las TIC? ¿Te ves forzado a estar lejos de tus amigos o novia o familia? o, ¿quizá, estás dándote la oportunidad de extrañarlos para redescubrir lo importante que son en tu vida? ¿Te ves imposibilitado de asistir a los actos de culto? o ¿has descubierto que Dios no está confinado en los templos?
No se trata de un lavado de cerebro, sino de practicar uno de los procesos mentales tan inherentes al ser humano como es el proceso de dar sentido a la realidad. La realidad está ahí; pero el mundo es configurado por nuestro lenguaje. En el uso positivo de éste podrá se que esta situación nos permite obtener ganancias. No las que hubiésemos querido tener, pero sí aquellas que no habían sido aún vislumbradas en nuestro horizonte personal.
Así que, nos enfrentamos a un confinamiento limitante o a un confinamiento liberador. La opción es de cada quien. Las secuelas de esta pandemia habrán de afrontarse con tímida valentía o con un miedo valiente, ¿Qué decides?