Como parte de las prácticas académicas que se realizan cada año, en el marco de la asignatura Historia de la Educación en México, el pasado 4 de septiembre, los estudiantes de la Licenciatura en Pedagogía efectuaron una visita a la zona arqueológica de Cantona, ubicada en el estado de Puebla, para vivir la experiencia de contemplar un legado milenario, transitar por el espacio, las avenidas y los palacios de una de las ciudades más grandes de Mesoamérica (en sentido político, comercial y demográfico).
La visita permitió visualizar de cerca las formas de vida cotidiana por las que se configuraban los sentidos y significados de hombre, de mundo y de vida que orientaron durante más de cuatro siglos la existencia y religiosidad de sus habitantes. Con aproximadamente 100 mil personas, esta ciudad desarrolló una compleja organización social complementada por su gran habilidad para trabajar la obsidiana, con lo cual se estableció una red mercantil muy productiva y duradera con las naciones vecinas.
La forma en que vivían los habitantes de Cantona aún está nublada por muchos misterios; sin embargo, se cuenta con elementos que permiten aclarar algunas actividades de la comunidad. Los juegos de pelota descubiertos indican que era un pueblo respetuoso y entregado a la religiosidad. Dicho juego, además de congregar a la comunidad en un ritual lleno de fiesta y jolgorio, tenía un sentido espiritual, de entrega y encuentro con los dioses. Un dato importante es que, en México, la zona arqueológica de Cantona contiene el mayor número de juegos de pelota (más de 20) encontrados actualmente. Se especula, dado que falta mucho por explorar, que pueden ser muchos más los juegos de pelota que estén todavía bajo tierra.
Otro dato relevante es que en la plaza dedicada a la fertilidad se hallaron talladas en piedra diversas esculturas fálicas que sirvieron para venerar la lluvia. Trabajos en piedra de esta naturaleza no se han encontrado a la fecha en ninguna otra cultura.
Además de incentivar la exploración de las culturas antiguas, la licenciatura pretende llevar al estudiante a comprender el papel fundamental que desempeña la educación en la estructura y fundación de toda una nación. Si bien no se tienen registros claros, mucho menos precisos de cuáles y cómo se llamaban los edificios en donde se formaban los habitantes, en cuanto a funciones y oficios, y que hoy bien podríamos denominar escuelas; sí podemos establecer que la educación, en su estrecha relación con la cultura, no requiere de recintos concretos para llevar a cabo su gran labor: la enculturación de los sujetos; es decir, incrustar al sujeto en su contexto.
La historia de la educación permite comprender los diversos procesos educativos que han atravesado los pueblos y las sociedades. Se recurre a la historia para construir un puente interpretativo y entender el pasado, encontrarnos con él, con nuestros antepasados, y juntos, hoy, aquí, definir el proyecto de futuro que mejor le convenga a las generaciones presentes, pero siempre, teniendo en cuenta, el porvenir de quienes aún no están, pero llegarán cuando nosotros, los contemporáneos, hayamos partido.
El hombre como materia nace y muere, mas el hombre simbólico se mantiene firme a través de la educación y la cultura a la que representa. Las grandes civilizaciones aún son representadas bajo diversas manifestaciones en el México actual, por lo que vale mucho la pena estudiar a la educación, pues en ella encontramos muchas de las respuestas a lo que como nación hemos sido, somos y seremos. La educación no es sólo potencia creadora, sino transformadora. Acercar a los estudiantes a los vestigios de las grandes civilizaciones los coloca en un lugar distinto al que habitualmente ocupan dentro de las universidades.
Redacción y fotografías: Prof. Omar De la Rosa López