Como sabemos, septiembre es el denominado “mes de la patria”; ha sido por décadas el de las celebraciones, pretexto para sentirse orgullosamente mexicano. En estos treinta días, de pronto nace un sentido de identidad motivado por los medios de comunicación que lo hacen suyo para exacerbar el consumo.
Palabras como identidad, patria y próceres, son recordadas y olvidadas para quedarse en los libros –desde la primaria hasta la educación superior–, los cuales se desempolvan cada septiembre.
Existen otros motivos por qué sí ser mexicana es causa de orgullo a pesar de los tiempos de zozobra e incertidumbre que se viven en el país; entre otras causas, debido a la violencia agravada por la impunidad. Esas razones están en la otra historia que se forja día a día, en donde existen compatriotas que construyen una patria con otra versión, como son los migrantes que se han visto obligados a dejar a sus familias para brindarles mejor calidad de vida.
En su página de internet, Banco de México publicó que ingresaron a nuestro país 20 mil 524.86 millones de dólares de enero a julio de este año, resultado del trabajo que desempeñan miles de mexicanos en Estados Unidos. Es notorio el desempeño laboral de compatriotas en la Unión Americana lo cual invita a reflexionar sobre la fuerza y el espíritu de estos mexicanos obligados a dejar su lugar de origen.
Quizás en estas fechas y siempre, debe reflexionarse que la historia de la patria está conformada por su ciudadanía y que en ella –y sólo en ella– está seguir trabajando para que la esperanza de progreso se vea, se aprecie y se consolide reteniendo a esos mexicanos migrantes dignos para que no se vean obligados a dejar su lugar de origen y hagan Historia (sí, con mayúscula) en su propio país.
Fotografía: LaPrensa.hn