Los alumnos del Diplomado de Certificación de Edificios Sustentables, acudieron a la torre Chapultepec uno, el pasado sábado 15 de junio, en un día de clase práctica, impartida por el arquitecto Juan Pablo Garduño en conjunto con el arquitecto Jorge Escobedo.
La torre Chapultepec uno, no sólo es la segunda más grande de la CDMX, también está considerada una de las pocas edificaciones que contarán con una certificación de sustentabilidad otorgada por LEED (Leadership in Energy & Environmental Design), que es un sistema de certificación de edificios sostenibles, desarrollado por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos (US Green Building Council).
El edificio tiene una altura de 241 metros distribuidos en 58 pisos, lo que en conjunto a la tecnología empleada, el diseño y la sustentabilidad del proyecto hace de esta torre, un icono del muy concurrido Paseo de la Reforma. Con una estructura mixta de concreto y acero, se crearon 97 mil metros cuadrados de superficie que albergaran oficinas, hoteles, residencias de lujo y algunos de los restaurantes más importantes a escala mundial.
La importancia de este gigante recae en la responsabilidad ambiental y social, que ha sido cuidada desde su concepción en proyecto, hasta su perfecta ejecución en obra, lo cual pudieron constar los alumnos del diplomado, en cada uno de los aspectos que el residente de obra el arquitecto Luis Felipe Ordoñez, amablemente, mostró haciendo énfasis en las partes más importantes del proyecto, desde el punto de visa sustentable.
Uno de los aspectos más importantes es el estacionamiento, que será manipulado por un enorme robot el cual ordenará los autos de los visitantes de forma automática haciendo ágil el acomodo de los vehículos. Cuenta con una de las cisternas más eficientes para captación de agua pluvial en la ciudad. Su elegante diseño de fachada, aparte de ser armonioso, está pensado para bajar la temperatura interna del edificio, permitiendo ahorros energéticos y de emisiones de C02.
Finalmente, al término del recorrido y después de muchos metros andados, se tuvo como regalo una de las vistas más hermosas de la ciudad, desde uno de los edificios más grandes de Latinoamérica, y reconforta saber que, a los pies de los arquitectos que acudieron, tenían un enorme proyecto que es amigable con nuestro planeta y con los mexicanos, que en alguna ocasión estarán bajo su sombra.