¿Y ahora qué hacemos con el ChatGPT?

Escrito por: Cyntia Cerón Hernández

Docente de la Licenciatura en Comunicación Digital

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ChatGPT (Generative Pretrained Transformer) es un sistema de Inteligencia Artificial (IA) diseñado para mantener conversaciones a través de texto escrito. Éste responde preguntas y produce textos como si un humano los elaborara. Se trata de una herramienta gratuita y de acceso abierto. No sólo responde preguntas y traduce textos, también puede sintetizarlos, hacer informes, poemas, chistes e incluso artículos académicos. El 30 de noviembre de 2022 OpenAI hizo público ChatGPT y en cinco días obtuvo un millón de usuarios.

Como señala Trejo (2023), su funcionamiento depende de al menos tres características:

  • Es alimentado con enormes bases de datos sobre diversos asuntos
  • Es adiestrado con algoritmos de aprendizaje para que pueda reproducir variados estilos e idiomas. Esto hace que funcione mediante la imitación, organizando variables de la información que tiene disponible a partir de las preguntas que le realizan.
  • La información y las interacciones que ofrece son organizadas digitalmente en múltiples capas articuladas de manera reticular.

Así que entre más lo utilicemos, la base de datos se irá implementando para que la IA tenga un campo más amplio de variables, se establezcan relaciones y generen respuestas más amplias o complejas.

ChatGPT causa una revolución en la educación

Lo anterior implica una revolución en el campo de la educación. Esto nos sitúa frente a importantes retos y cuestionamientos en el terreno de la generación de conocimiento, la creatividad, la ética y, particularmente, en la formación y evaluación de nuestros estudiantes como parte del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Si bien ya existen programas que identifican textos creados a través de la IA (como GPTZero o Turnitin), no son del todo confiables ni efectivos, sobre todo, en el idioma español. Por otro lado, puede haber información limitada o incorrecta en determinados campos o fechas. Sin embargo, como toda IA es parte de la esencia del aprendizaje “de la máquina” a partir del uso. Esto quiere decir que tanto el mismo sistema del ChatGPT como el de los verificadores irán perfeccionándose.

Es importante mencionar que como otras formas de IA no tiene la capacidad para razonar como una persona y no emite juicios de valor. Posiblemente, en un futuro también aprenda a reproducir criterios o juicios morales, éticos, políticos o estéticos a partir del fortalecimiento de la base de datos disponible.

Algunos usuarios han señalado que, por el momento, aunque los textos son precisos, pueden ser formales y rígidos. Esto quiere decir que se corre el riesgo de que en un futuro los juicios tengan estas mismas características. Por otro lado, se ha señalado el riesgo de uniformar opiniones y menguar la creatividad.

Como hemos visto lo que sucede con las redes sociodigitales, también podría potenciar la polarización y minimizar la marca personal de quien escribe, reduciendo así la diversidad y complejidad como sujetos.

Diferentes posturas en el campo académico

En este sentido, se han tomado diferentes posturas en el campo académico. La Conferencia Internacional sobre Aprendizaje Automático ha prohibido los artículos académicos con texto generado a partir de modelos de IA. Por el contrario, Springer Nature señaló que los autores podrán utilizar herramientas de IA para generar ideas o ayudar a escribir sus textos, siempre y cuando se acredite adecuadamente este tipo de colaboración en el trabajo publicado.

Universidades en Australia optaron por volver al lápiz y papel; en otras se prohibió la descarga de la aplicación para fortalecer la evaluación oral. En México, el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM realizó una charla entre especialistas en torno al tema. Por su parte, Gaceta UNAM dedicó su último número al respecto, cuya portada se hizo con IA.

Parece quedar claro que la intención de la censura de ChatGPT en el ámbito académico resulta inútil. Hay quienes sugieren utilizarlo como herramienta de investigación, vislumbrándose como un nuevo buscador especializado que competirá con Google.

¿Cómo explotar al máximo esta herramienta?

Esto nos lleva a pensar ¿qué hacemos con esta herramienta y cómo la incorporamos en los procesos de aprendizaje significativos?

Una primera idea ante este escenario me lleva a apostar por el fomento de la verificación y argumentación, la subjetividad en los escritos, la mirada personal y crítica, la creatividad, el balance entre el contenido y la forma y el fortalecimiento del diálogo. Es decir, pensemos cómo podemos utilizar la herramienta para producir otro tipo de textos, lo cual no es nada nuevo, pero sí con nuevas implicaciones. Por ejemplo, la forma como pensamos los procesos de aprendizaje y en qué y cómo solicitamos a nuestros estudiantes los productos de evaluación y sus criterios.

Aquí no termina esto, pues la discusión sigue en la mesa.

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