Las dietas tradicionales de diversas culturas representan hábitos alimentarios transmitidos de generación en generación y reflejan la historia, la geografía y los valores de una comunidad.
Muchas de las dietas tradicionales son objeto de estudio debido a su potencial para mejorar la salud y promover un estilo de vida más sostenible; sin embargo, también enfrentan varios desafíos.
Tipos de dietas
Mediterránea
La dieta mediterránea es una de las más reconocidas a nivel mundial. Ésta se caracteriza por un alto consumo de frutas, verduras, leguminosas, cereales integrales y aceite de oliva. Ésta previene enfermedades cardiovasculares y ayuda a una mayor longevidad.
Además, el consumo moderado de pescado y una baja ingestión de carnes rojas refuerzan su perfil saludable. No obstante, un desafío creciente es la “occidentalización” de la dieta en los países mediterráneos, donde los alimentos procesados y ricos en grasas saturadas han ganado popularidad, lo que pone en riesgo los beneficios de la dieta original.
Japonesa
Su enfoque son las porciones pequeñas e incluye pescado fresco, arroz y verduras, que se han relacionado con bajos niveles de obesidad y una larga esperanza de vida.
El consumo de productos fermentados, como el miso y el natto, también contribuye a la salud intestinal. Sin embargo, la urbanización y el aumento del consumo de alimentos rápidos desafían esta tradición. La globalización ha llevado a que muchos japoneses adopten hábitos alimentarios menos saludables, lo que ha resultado en un aumento de enfermedades metabólicas.
Mexicana
La dieta mexicana tradicional o dieta de la milpa se basa en maíz, frijol, chile y una rica variedad de verduras. Es fuente de energía y nutrimentos esenciales para millones de personas.
Si embargo, en las últimas décadas, el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas ha generado una crisis de salud pública, con un incremento en las tasas de obesidad y diabetes tipo 2. Para revertir estos efectos es necesario recuperar y valorar los ingredientes y las recetas tradicionales.
De manera general, las dietas tradicionales, cuando se mantienen originales, ofrecen numerosos beneficios para la salud y el bienestar. Sin embargo, los desafíos que plantea la globalización y la industrialización de los alimentos amenazan con diluir estas tradiciones.
Fomentar la educación sobre nutrición y apoyar la producción local es imprescindible para preservar estas prácticas alimentarias que tanto valor aportan a la salud.
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